«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Abogado franco-argentino, director del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) en Madrid
Abogado franco-argentino, director del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) en Madrid

El cuchillo de Alá 

9 de febrero de 2023

«Si pueden matar un infiel americano o europeo -en particular un sucio francés-, entonces cuenten con la ayuda de Alá y mátenlo de cualquier manera (…). Golpeen su cabeza con una piedra, degüéllenlo con un cuchillo, atropéllenlo con un auto, arrónjenlo desde un lugar alto, estrangúlenlo«. Quien así predicaba en el 2014 era Abou Bakr al-Baghdadi, el antiguo jefe del Estado islámico. 

Nueve años después, es imposible recordar los nombres de todos los degollados en Europa. El padre Hamel, Samuel Paty en Francia, Diego Valencia en Algeciras y un sinfín de otros olvidados que tuvieron la desdicha de hallarse, en el mal momento, en el lugar equivocado. 

En el diccionario amoroso de la fraternidad universal no existen las palabras «degüello» o «decapitación». Han sido reemplazadas por la trivial expresión «ataque con cuchillo». Como si cualquier hijo de vecino saliera de su cocina enojado, vaya uno a saber por qué, y se dedicara a apuñalar gente por ahí, sin razón alguna. De hecho, a la alocución «ataque con cuchillo» generalmente se le agrega, antes o después, la palabra «desequilibrado». Como si hubiese que insistir en el hecho de que no parece muy equilibrado quien se despacha por la vida apuñalando a desconocidos inocentes que se le cruzan por delante. 

Otra expresión que afecciona la prensa mainstream es la de «lobo solitario». Sabido es que el lobo solitario no caza ni mucho ni grandes presas. El «lobo solitario» existe en la literatura, en el cuento de Caperucita Roja. En la verdadera vida, en la naturaleza agreste, el lobo caza en manada. 

¿A qué viene todo esto? ¿Por qué tanto empeño, tanta insistencia, para hacer creer a las masas que las calles son seguras cuando no lo son, y que los hechos de violencia son sólo acometidos por dementes solitarios?

Reconocer que los «ataques con cuchillo» en Europa no son hechos casuales significaría quitarnos el barro que nos nubla la visión, y tener el coraje de nombrar, es decir de señalar, a nuestros enemigos. Los de afuera primero: el islam político que, en su vertiente «moderada» catarí o «radical” saudita, tiende al mismo objetivo de «islamizar la modernidad». Los del interior luego: los políticos progresistas que en su afán de Nuevo Orden Mundial y dirigismo universal han desarmado y abierto las fronteras para instalar, al mismo tiempo que atacaban al catolicismo, una comunidad de creyentes, la Umma, en nuestras naciones. No solo los políticos, también todos aquellos que pudiendo hablar, eligieron callarse, los que pudiendo denunciar eligieron comprometerse, los que pudiendo evangelizar, eligieron diluir el Evangelio en un abrazo mundano y fraternal.  

Hacer ese mea culpa es imposible para nuestras élites globalistas que ven, en las migraciones, un jugoso negocio, y una fuerza joven y vital necesaria para satisfacer la mano de obra barata de una Europa envejecida. 

A nuestra generación parecen dirigidas las palabras de Jeremías: «pueblo necio e insensible, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen”.

¿Acaso los ‘lobos solitarios’ no son festejados como héroes y mártires en muchos de los países del islam? 

Es evidente, y hay serios estudios que así lo demuestran, que el aumento de las decapitaciones en Europa no es consecuencia del aumento de la locura, si no consecuencia del aumento del terrorismo islamista. Alrededor del 30% de los ataques terroristas islámicos son realizados con machetes o cuchillos, y varios de ellos terminan con algún degollado. No es casual, no es trivial. No es el hecho de un demente. Es el hecho de un creyente. No es un lobo aislado, es una manada de lobos recubiertos con pieles de oveja que ha seguido las rutas de las migraciones para introducirse en Europa y recuperar el territorio perdido que otrora les perteneció. Son ataques voluntarios que siguen las recomendaciones de Abou Bakr al-Baghdadi y de varios otros predicadores islamistas. «El que tenga oídos, que oiga«.

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