«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.
Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.

El día después

10 de marzo de 2023

¿Puede haber algo peor que Sánchez para España y los españoles? Bueno, la NASA anunció ayer que el recién descubierto asteroide 2023DW tiene una alta probabilidad de impactar con la Tierra exactamente el 14 de febrero del 2046, esto es, dentro de 23 años. Sin embargo, habida cuenta de sus dimensiones, unos 50 metros de diámetro, dicho impacto no pondría fin a la humanidad, sino que «sólo» sería devastador para una amplia zona alrededor del punto de impacto. Conviene recordar, para hacerse una idea de la magnitud de la potencial catástrofe, que en 2013 un meteorito de unos 20 metros cayó en un lago helado cerca de la ciudad rusa de Chelíabinsk, causando importantes destrozos en edificios y cerca de dos mil heridos. De caer en una zona urbana, el 2023DW podría causar millones de muertes.

Con todo, estoy seguro de que ese posible impacto sería mucho más benigno que el riesgo, claro y posible, de que Pedro «Antonio» Sánchez revalide en las urnas otros cuatro años más de su radical gobierno. Contra el asteroide la NASA ya está desarrollando un sistema de destrucción, el DART; contra Sánchez, de momento, no hay defensas.

Se me dirá que soy pesimista. Que el actual gobierno socialcomunista está atravesando sus peores momentos; que Sánchez no puede salir a la calle sin que le abucheen (salvo en los decorados sociales que le construyen sus asesores de imagen) y que, cuando un político se convierte en un permanente meme, tiene los días contados. Puede que si. Y en circunstancias normales, todo eso y bastante menos bastaría para desalojar a cualquier gobierno con algo de dignidad. Pero este gobierno ni tiene dignidad, ni tiene vergüenza. Esa es la realidad.

Recordemos que Pedro Sánchez fue expulsado del paraíso de la ejecutiva socialista porque se le pilló con las manos en la masa de un burdo tongo: metiendo papeletas a su favor en una urna tras una cortina. Ahora que le ha cogido el gustillo al Falcon y a todos los beneficios asociados a su cargo, incluidas prebendas para su mujer, ¿qué no estará dispuesto a hacer para seguir disfrutando de todo? Bien sabemos por Estados Unidos que el fraude electoral es posible y muy difícil de demostrar.

En segundo lugar, no podemos olvidar que Sánchez vive atado a Pablo Iglesias y su Podemos, un líder y un partido que cuando sienten que pierden las elecciones, hacen llamamientos para imposibilitar la victoria de los ganadores incendiando las calles. 

El globo sonda que el gobierno lanzó hace tiempo, avisando de que podría saltarse el plazo constitucional y no convocar elecciones este año, cuando tocan mandatoriamente, con la excusa de que España detentará la presidencia rotatoria de la UE en el segundo semestre, pone de manifiesto la falta de respeto a los procedimientos de nuestra democracia y sus instituciones.

Dada la permanente actitud antidemocrática del actual gobierno (con su asalto a la independencia del poder judicial y la compra directa de unos medios que más de comunicación son ya de indecente manipulación, entre otras cosas) la cuestión es saber si la oposición constitucionalista sabrá y podrá ponerle freno. Las encuestas ofrecen una tendencia al relevo político, pero mientras PP y Vox sigan más atentos el uno del otro que de poner punto y final a la actual pesadilla de izquierdas, las posibilidades de que Sánchez repita, lejos de disminuir, aumentan. Nos guste o no reconocerlo.

Entra dentro de la lógica electoral de nuestra pervertida política, que el PP y Vox subrayen más sus diferencias y distancias que lo que les puede acercar. Es la forma tradicional de intentar ganar votos a costa del otro. Pero en las actuales circunstancias donde nos jugamos el futuro de nuestro bienestar, nuestra libertad y la identidad nacional, ahondar en lo que separa y no en lo que une para acabar con el socialcomunismo, me parece un craso error que condena a la oposición a quedarse donde está. Los muy puristas dirán que tragar con políticas que no se comparten no es deseable, pero Vox ya ha sabido mostrar su generosidad presentando a alguien tan alejado de Vox como Ramón Tamames para la moción de censura a Sánchez. Es más, forzar la separación respecto al PP puede que dé más alas a ese PP que se desprecia. Me parece más inteligente, sinceramente, forzar a Feijóo a que se desmarque él rechazando potenciar las propuestas comunes para echar a Sánchez.

Puede que me equivoque. Pero tras las elecciones de mayo podremos ya entrever lo acertado u erróneo de las tácticas que se están empleando por unos y otros. Lo peor que nos puede pasar es que también se pierdan las generales, cuando sean, y que la única opción que nos quede sea el meteorito 2023DW.

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