«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Vicepresidente Primero Acción Política de VOX. Jefe de la Delegación de Vox en el Parlamento Europeo. Abogado del Estado
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El mito del falso refugiado

26 de agosto de 2024

En la primera parte de sus Reflexiones sobre la violencia política, George Sorel recuerda que, durante el Terror, los hombres que más sangre hicieron correr fueron aquellos que tenían el más vivo deseo de que sus semejantes llegasen a gozar de la Edad de Oro con que ellos habían soñado, y que asimismo mayor preocupación tenían por las miserias humanas: optimistas, idealistas y sensibles, se mostraban tanto más inexorables cuanta mayor era su sed de felicidad universal. Lo que Sorel afirmó se ha demostrado como una verdad histórica, reiterada en el tiempo.

El Terror del que habla es el terror revolucionario liberal. El de la guillotina. El que apagó con sangre y fuego la rebelión popular de la Vendée. El Terror de las Luces y de los iluminados que soñaban con un mundo de igualdades «científicamente» delineadas por una casta de intelectuales no dispuesta a renunciar a su puesto de privilegio; un mundo de verdades universales e incorruptibles proclamadas en parlamentos revolucionarios cuya primera verdad era que la Verdad no existe; que promulgaban la supresión de las costumbres y los ancestrales vínculos entre los hombres, de sus mitos, sus sueños, sus recuerdos y su fe en nombre de una Razón que se imponía a golpe de proceso inquisitivo, juicio sumarísimo y condena inapelable.

También en nombre de la Revolución y la felicidad universal, la Rusia bolchevique repartió igualdades y condenas, proclamó derechos y subyugó pueblos, divulgó «verdades» desconocidas al hombre mientras destruía al hombre prometiéndole el Paraíso de la sociedad sin clases, otro mundo de igualdades bosquejadas en el Gulag y la policía del régimen.

Probablemente nada ha producido más muertos, más asesinatos y más destrucción que el despotismo de los teóricos fanáticos, los que viven en la fantasía salvaje del optimismo, cuando enloquecen ante la imprevista resistencia popular a sus planes y programas; un despotismo dispuesto a destrozar la realidad para edificar la felicidad universal de un futuro sobre los despojos del propio mundo. Es ese nuestro Aquí y Ahora. Hordas de fanáticos pidiendo sangre, censura, control totalitario, cancelación y muerte civil de los que resistimos a su fanatismo.

La expresión más perfecta de ese fanatismo enloquecido es el agendismo globalista, representado en la Agenda 2030, la ONU, sus agencias y organizaciones sin control ni transparencia. El mito del buen salvaje de Rousseau es el mito del falso refugiado.

Son sus costumbres. Hay que comprender que vienen de otras culturas. Es un caso aislado. Es la excepción a la regla. La mayoría de los que entran ilegalmente no violan, ni matan, ni roban, ni cometen actos impuros ni toman el nombre de Dios en vano. Pero no nos dejan indagar cuánta es esa mayoría. Se oculta la nacionalidad del agresor, el origen del ladrón, la religión del asesino. Pero sólo se oculta cuando se opone al mito del buen inmigrante. Y mientras siguen entrando ilegalmente por tierra, mar y aire.

Como Rousseau, también los voceros prostituidos por la subvención y la ayuda pública repiten hoy en radios y televisiones, cátedras y púlpitos, machaconamente, que no es culpa del inmigrante que ha asaltado ilegalmente nuestras fronteras, sino que es culpa de la civilización, de la cultura, de nuestras instituciones históricas, de nuestro modo de vida; es culpa tuya, en fin.  Mientras, un padre de familia con su bebé recibe un puñal en el cuello como prueba de la bondad innata del falso refugiado.

El humanitarismo universalista se ha convertido en el enemigo. Cuidaos de quien habla en nombre de la humanidad, pues está dispuesto a aniquilarte totalmente. El humanitarismo vacío nos desarma y nos impele a bajar los brazos y dejarnos violentar. Su mantra es la rendición completa y sin condiciones. Si te atreves a defenderte, te convertirás en enemigo de esa humanidad que ellos dicen representar. Y mientras, en Solingen caen tres nuevos mártires.

Derecho a emigrar, derecho a las ayudas de nuestro Estado del bienestar; derecho a ciscarse en nuestros sentimientos religiosos; derecho a irrumpir en nuestras vidas, derecho a apuñalar a padres de familia con sus bebés; o a los bebés. Nada de eso es verdad. Nada de eso es justo. Un humanitarismo que practican las élites con nuestros bolsillos y que ponen en marcha en nuestros barrios; nunca en sus casas, en sus barrios, en sus urbanizaciones cerradas.

Hay que declarar la guerra a la invasión inmigratoria, que es en sí misma una forma de guerra. El uso de la inmigración masiva como elemento bélico forma parte de lo que la doctrina militar ha llamado guerra hibrida; o zona gris. Hay que defenderse. Y hay que saber que ni las leyes ni las instituciones de protección son aquí y ahora un medio adecuado de defensa pues, en España y en Europa, la coalición de populares y socialistas ha construido durante décadas un sistema inhábil para protegernos; un sistema que promueve la inmigración masiva como parte de ese plan para traernos la felicidad universal. Nos pagarán las pensiones, dicen.

Nos anuncian que en Marruecos van a destinar 500 millones de euros en unas instalaciones para construir un estadio de fútbol que albergue la final del mundial de 2030. No hay que dar refugio ni conceder asilo o ninguna otra forma de protección internacional a ni un solo súbdito del reino de Marruecos. En realidad, a ningún súbdito o ciudadano de ninguna Nación que reciba ayudas al desarrollo. Si reciben ayudas, son países fiables; y sin son fiables, no hay refugiados.

Tampoco hay que conceder permisos de residencia por arraigo. El arraigo no es tener abierta una cuenta corriente, hacer cursos de buena vecindad en la parroquia del pueblo o no asesinar en los primeros tres años de residencia ilícita en España. El arraigo es vínculo. Obra de generaciones. Y menos aún hay que otorgar la nacionalidad española por la mera residencia cuando no renuncian a la suya de origen. La nacionalidad es lealtad y no se puede servir a dos señores.

Todo el sistema legal del PP y PSOE es el caballo de Troya. Por eso, si Feijoo habla del tema solo cabe recitarle el artículo 248 del Código Penal.

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