«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
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Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

El ‘poder blando’ de la UE

21 de junio de 2022

El pilar de la política exterior de la UE es el denominado poder blando o soft power. Es un principio de actuación que rompe la tradicional máxima en los asuntos exteriores que definió el primer ministro británico Lord Palmerston cuando afirmaba que las naciones no tienen amigos sino intereses. Así, la UE pretende ejercer su poder de forma ejemplarizante estableciendo sus relaciones exteriores basadas en la buena fe, los derechos humanos y los principios democráticos. De forma muy gráfica casi todos los ministros en Europa pasaron a denominarse de relaciones exteriores en lugar de asuntos exteriores.

El origen de esta actitud o política es una consecuencia de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. También, quizás, pueda afirmarse que al ser una política de las denominadas de mínimos es la única que puede consensuarse para una estructura de la complejidad de la UE. Una estructura burocrática gigantesca y muy poderosa pero también con muchas dificultades para su reforma y reorientación política, incluso para su puesta al día para adaptarse a las nuevas circunstancias del mundo en el que vivimos.

Los golpes de timón en la UE, por decirlo de una forma más clara, son prácticamente imposibles pues el entramado burocrático es demasiado complejo y poderoso.

El chantaje permanente con la inmigración y nuestra dependencia energética es cada vez más evidente

Este soft power no ha impedido guerras como fue la de los Balcanes o la actual de Ucrania. Tampoco ha impedido que el principal problema de la UE en muchos países sea la inmigración descontrolada, uno de los argumentos decisivos del Brexit. El control de fronteras en la UE deja mucho que desear.

Además, está el problema de los países fronterizos. Al Este, la UE tiene frontera con Rusia que se ha convertido en una auténtica pesadilla y un enemigo feroz, que lleva a tal punto el surrealismo del poder blando y sus contradicciones a que en una guerra vicaria —por sustitución— como es la de Ucrania, la UE es beligerante en todo menos en mandar tropas y financiar al enemigo comprándole hidrocarburos a precios muy altos. Precios que están motivados por… ¡la propia guerra!  Esta guerra pasará a la historia por ser la primera en la que su financiación procede del enemigo.

Pero la Frontera Sudeste tampoco es pacífica. La posible adhesión de Turquía a la UE, cada vez más lejana —si es que alguna vez se consideró seriamente— genera frustración en aquel país y ha llevado a la deriva autoritaria de Erdogan.  Esta frustración convierte a Erdogan en un aliado errático que no duda en reenviar a millones de refugiados sirios a la UE tras permitir el paso por su país de europeos islamistas radicalizados que se alistaban al Daesh (el autodenominado Estado Islámico), o ejercer su derecho de veto para la entrada de nuevos miembros en la OTAN.

Se impone un golpe de timón a la condescendencia de los burócratas de la UE y abandonar la política de poder blando

La Frontera Sur tampoco tiene estabilidad. La UE se encuentra en medio del fuego cruzado entre Argelia y Marruecos con algún estado fallido como Libia que también entra en juego. El chantaje permanente con la inmigración y nuestra dependencia energética es cada vez más evidente.

Y más abajo está el infierno del Sahel, un nido de pobreza, corrupción y violencia no tan distante. No olvidemos que muchos africanos llegan a Europa caminando o en autobuses casi siempre desvencijados.   

Como decía un diplomático con cierta gracia, sólo queda en paz la Frontera Norte de la UE porque solo hay focas y pingüinos.

Se impone un golpe de timón a la condescendencia de los burócratas de la UE y abandonar la política de poder blando. A corto plazo hay que hacer una defensa activa de las fronteras europeas y también romper con el suicidio a cámara lenta de la dependencia energética en nuestros vecinos del sur y del este. Sólo entonces, podremos hacernos respetar. En suma, relaciones entre los países de la UE, pero volvamos a los asuntos exteriores con los países que están fuera de la UE. Hay que dar por fallido el experimento del poder blando antes de que la situación se complique mucho más.

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