«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Nació en Madrid en 1975. Es Doctor en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU. Ha dedicado casi toda su vida profesional a la radio. Ha publicado los libros "España no se vota" y "Defender la Verdad", "Sin miedo a nada ni a nadie" y "Autopsia al periodismo".
Nació en Madrid en 1975. Es Doctor en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU. Ha dedicado casi toda su vida profesional a la radio. Ha publicado los libros "España no se vota" y "Defender la Verdad", "Sin miedo a nada ni a nadie" y "Autopsia al periodismo".

El poder y la mentira

1 de junio de 2025

Una de las muchas consecuencias de banalizar la gravedad del uso de la mentira en la vida pública es que puedes llegar a tener al frente del Gobierno a un mentiroso compulsivo. Porque la mentira, que acomoda la realidad a los deseos particulares, es como todos los vicios humanos: si no se corrigen a tiempo, pueden destruir a la persona y a quienes tienen la desdicha de sufrirla.

La mentira es una carcoma para el alma y para la conciencia, hasta el punto de que cuanto más se miente, menos son los límites morales del mentiroso. Y es muy contagiosa, ya que al venir el ser humano de fábrica herido por el pecado original, ve las ventajas inmediatas que la mentira puede generar; lo que casi nunca se ven a primera vista son sus nefastas consecuencias.

La Sexta, que es una de las cadenas de TV en España que miente de manera burda casi todos los días, ha pedido disculpas públicamente, a través de su «director de noticias», por el último bulo de gravedad que ha perpetrado. Nada menos que acusar a dos destacados miembros de la UCO de fantasear con poner una bomba lapa en los bajos del coche oficial de Pedro Sánchez, cuando lo que realmente hacían (en una conversación privada a la que ha tenido acceso La Sexta) era hablar con preocupación de la posibilidad de que la bomba se la pusieran precisamente a ellos. ¿Un error sin intención? ¿Una pésima interpretación de una charla que puede entender de forma correcta hasta un niño de cinco años? 

Ojalá pudiésemos creer en la buena fe de los directores de informativos de las principales cadenas de radio y TV, pero a estas alturas eso sería, más que ingenuidad, complicidad con el mal. Estos medios, que simplemente estarían quebrados y habrían tenido que cerrar si no tuviesen el maná continuo e incesante de las ayudas públicas (del dinero que pagamos todos con nuestros impuestos), necesitan usar todos los recursos a su alcance para intentar salvar al PSOE. Porque de la supervivencia política del embustero de La Moncloa depende también su propia supervivencia como medios.

Sánchez es un zombie político que está muerto pero todavía no lo sabe, porque sus lazarillos mediáticos (los declaradamente izquierdistas, y los peperos que prefieren insultar a VOX) han hecho como él: usar y abusar de las mentiras y las burdas manipulaciones para construir un relato ajeno a la realidad que viven los españoles. Un relato de paz y prosperidad en un infierno de inseguridad, paro, corrupción y degradación constante de las instituciones públicas.

El pésimo gobernante que fue Felipe González no hubiese podido seguir en La Moncloa tras lo que hemos sabido esta semana, por ejemplo, sobre el plan del PSOE de descabezar la UCO. Y no hubiese podido seguir porque aun había, en los años ochenta y noventa, una cierta idea de decoro y sentido de la responsabilidad incluso en un partido como ese, tan acostumbrado al crimen a lo largo de su sanguinaria historia. Hoy, Sánchez y sus secuaces han acabado con todo. Han copiado el modelo bolivariano y se mantienen en el poder cometiendo los crímenes más sórdidos y repugnantes que caben en política: los que afectan directamente a los ciudadanos y los que convierten las instituciones del Estado en una letrina.

Nunca sobra recordar que el inquilino de La Moncloa ha profanado la tumba de un jefe de Estado, probablemente el acto mal vil, cobarde y miserable que puede protagonizar un gobernante. Ha dado un golpe de Estado contra la Constitución, trayendo a un golpista prófugo de la justicia para aquilatar su permanencia en el poder. Ha cerrado ilegalmente el Parlamento y ha encerrado a los españoles en sus casas con la excusa pueril de un virus que «se propagaba por el aire». Ha convertido a los herederos políticos de ETA en actores principales del poder legislativo. Y decenas de escándalos más.

Mentir nunca sale gratis, ni en lo personal, ni en lo colectivo, ni menos aún en lo político. La mentira lleva consigo un sello indeleble de corrupción moral, y esto es bueno recordarlo en plena dictadura relativista. Todos los tiranos hechos de la misma pasta que Sánchez terminaron sus días en el poder de la peor manera posible. Y él no será una excepción.

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