La historia es conocida. El vídeo ha circulado profusamente por las redes. Y ha informado también este diario. El concejal socialista de Juventud, Festejos, Turismo y Derechos LGTBIQ+ en el Ayuntamiento de Lorquí (Murcia), Víctor Manuel Sáez Hurtado, ha denunciado haber sido víctima de «una brutal agresión» en un kebab de su localidad al grito de «maricón de mierda».
El incidente habría empezado por las burlas homófobas de una empleada, «ya de cierta edad, no una niña». Ante su petición de la hoja de reclamaciones, el propietario — siempre de acuerdo con la versión del denunciante — le amenazó con un «te mato, maricón; te voy a matar, te voy a cortar el cuello».
Finalmente, explica que recibió «puñetazos en cara, cabeza, costado, patadas», pero que «nadie hizo nada». El agredido no hace mención al origen de los presuntos agresores — no vayan a tildarlo de facha — aunque parece, como decía en el titular de este artículo, que el PSOE se ha topado con el Islam. O, al menos, uno de sus concejales.
No sé si habrá tenido muestras de apoyo de sus compañeros de partido. Incluso de La Moncloa. Marlaska, por una presunta agresión que luego resultó ser falsa, se movilizó de lo lindo. Pese a queno está el ministro del Interior para muchos aspavientos después de que lo haya desautorizado el mismísimo Pedro Sánchez por comprar balas israelíes.
O incluso de Sumar que, al fin y al cabo, son socios de Gobierno. Y desde luego Podemos, que siempre se ha mostrado tan beligerante con las agresiones homófobas. El Islam, a diferencia del cristianismo, es intocable. Y lo dice un agnóstico. En TV3, hace años, siempre se metían con el Papa Ratzinger en un programa de humor. Y luego, en otro, hicieron un ‘sketch’ sobre la Virgen del Rocío. No vi nunca un chiste sobre Mahoma o Alá. Habría ardido Troya. O los estudios de la cadena en Sant Joan Despí (Barcelona.)
Parece, además, que la justicia poética existe. O el karma. En el timeline del concejal en cuestión le han empezado a recordar comentarios pasados. Maldita hemeroteca.
Uno recordaba que había puesto al mismo nivel el Islam y el Cristianismo. En efecto, reconocía en un tuit que la religión islámica no admite «a homosexualidad», pero que «el cristianismo, tampoco». «Critiquemos todo, no sólo el Islam», añadía. Lo que pasa es que, causalmente, lo han agredido en un kebab no en un burger king. En otro, de mayo del 2023, aseguraba que «pues siempre han estado los moros en San Andrés y nunca ha pasado nada. A mí no me robó ningún moro. Me robó un español».
Un usuario de la red, más bien de su cuerda o incluso más allá, se quejaba en cambio de que sólo había recibido «un pequeño puñetazo» pero que él ,con su vídeo, contribuía a la «estigmatización y el rechazo que sufren estos pobres inmigrantes». Lo acababa poniendo al mismo nivel que el Tercer Reich: «Estás señalando su negocio, como los nazis con los judíos». Mientras que otro ilustraba su comentario con una foto de la periodista Susanna Grisó y advertía, en tono jocoso, que su denuncia «son votos para la ultraderecha».
Un doctor en ciencias explicaba, por su parte, que «cada vez van a ser más habituales situaciones» en Occidente. «El Islam es incompatible con nuestras sociedades y mucha gente que lo ha blanqueado van a ser los primeros en darse cuenta», continuaba. Por último, un «consumidor de NBA» afirmaba que «no te golpea por cansancio, o por pedirle la hoja de reclamaciones de forma insistente. Te golpea porque no acepta tu orientación sexual. Y si eso hubiera ocurrido en su país … algo peor se hubiera contado aquí. Su cultura no cambiará, no se adaptarán».
Uno le recriminaba, en lengua catalana, la vista gorda del gobierno y de muchos ayuntamientos con los empadronamientos fraudulentos. VOX denunció recientemente que sólo en unas dependencias municipales de Nou Barris (Barcelona) se habían empadronado a más de 5.000 inmigrantes. Por último había también el «a disfrutar lo votado». Todo un clásico.
A mi me vino a a la cabeza otro tuit. En este caso de un joven catalán, colaborador de medios de izquieras, que se había dado el típico morreo con otra persona de su mismo sexo frente a la parada de VOX por Sant Jordi en Barcelona. La misma, por cierto, que sufrió un ataque de mierda a cargo de «antifascistas» al final de la jornada festiva.
En realidad, lo descubrí por un retuit del diputado de VOX Carlos Flores Juberías, que había marcado la foto con cuatro círculos en rojo de personas indiferentes a semejante gesta. «Pedazo de hazaña» titulaba sarcásticamente el también catedrático de derecho constitucional. De hecho, lo que más llamaba la atención es que, al protagonista, se le veía un pelín forzado. El que llevaba la iniciativa era su pareja. Pero pensé que, a este paso, el concejal socialista de Lorquí acabará pasándose a VOX. Sospecho que que no sería el primero.