«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Director de Rius TV en YouTube. Trabajó antes en La Vanguardia y en El Mundo. Director de e-notícies durante 23 años.
Director de Rius TV en YouTube. Trabajó antes en La Vanguardia y en El Mundo. Director de e-notícies durante 23 años.

El tabú de la inmigración

30 de abril de 2025

La noticia de LA GACETA el pasado sábado rezaba así: Un menor de 13 años, ingresado con tres costillas fracturadas tras un ataque de tres inmigrantes en Mataró. En el texto se explicaba, en efecto, que un estudiante había sido agredido «por tres menores inmigrantes a las puertas de su colegio en Mataró, Cataluña».

Este diario citaba un post en X, pero lo había confirmado en diversas fuentes. «El menor ha tenido que ser ingresado en un centro hospitalario, mientras que los tres agresores inmigrantes han sido detenidos por las autoridades», añadía el texto.

«Los médicos han confirmado que el niño presenta una fractura en tres costillas, además de diversas contusiones», continuaba. Y que «debido a la gravedad de las lesiones, las autoridades han abierto una investigación para esclarecer los hechos y determinar las responsabilidades correspondientes».

Las imágenes, en efecto, dejaban el corazón helado. Por su brutalidad. Por su reincidencia. Y porque delataba el origen de los autores de la citada agresión. Lo cierto es que la noticia había circulado ampliamente por las redes. Pero yo no la vi en la prensa catalana. «Igual se me ha pasado», pensé. Era, como decía, el sábado 26 de abril.

El lunes lo daba Rac1, la emisora del conde de Godó, a pesar de que la información era de 48 horas antes. La radio, en teoría, tiene que estar pegada a la actualidad. El titular también estaba cogido con pinzas: «Tres menores apalizan brutalmente a un chico de 13 años a las puertas de un instituto de Mataró». Tenemos barrios que son un polvorín. Lo he denunciado con insistencia desde esta misma columna. Y los episodios violentos se suceden: Salt, el barrio de Cerdanyola, el instituto de Mataró. El último en Lérida.

La sociedad catalana —o una parte, no vayamos a generalizar como hacían los indepes— está cada vez más harta de la corrección política. «Tres menores de origen magrebí ¿Por qué no lo decís?», rezaba la primera reacción en X a la información de Rac1. Otro se quejaba de que si «la víctima fueses magrebí y los agresores catalanes, los titulares gritarían: ¡racismo!». Y así varios que sospecho que no hace falta reproducir porque iban todos en la misma línea.

Recuerdo una reacción similar a otra noticia de la misma cadena. En este caso fue en diciembre del 2023. «Calella pide refuerzo policial para para a 11 jóvenes multirreincidentes que suman 260 detenciones», informaban entonces. «La mayoría —añadían— por peleas, amenazas y robos a comercios, turistas y vecinos», añadían. Es decir, un calvario. Al loro el detalle de «jóvenes multirreincidentes» —o «grupo delictivo» como también los definían en el texto— pero ni rastro de la nacionalidad. También, en este caso, hubo pitorreo en los redes: «Mirad las respuestas, ¿no es dais cuenta de que con este titular hacéis el ridículo?» decía un periodista que conozco.

Otro afirmaba, en tono irónico: «Pobres chicos. El buenismo nos destruirá». Un tercero pedía «expulsión inmediata». Una reaccionaba también con sentido del humor: «Jóvenes de Calella de toda la vida». Y otro exclamaba indignado «Marroquíes, ¡cojones!» ante el intento de ocultar la nacionalidad. Se da la circunstancia, además, de que el alcalde de esta localidad turística del Maresme —se llena de alemanes en veranos— es de Junts: Marc Buch. Sin relación de parentesco con el que fuera consejero de Interior Miquel Buch. Parece que la dictadura de lo correcto va agrietándose poco a poco. Y las redes o la prensa digital han sustituido ya a los medios tradicionales para informarse.

Pero bastan los dos ejemplos citados para darse cuenta de cómo la inmigración ha sido un tema tabú durante todos estos años. Es gracias a este muro de silencio que VOX se ha consolidado como opción electoral —tercera en España tras PP y PSOE— y muy por delante de partidos de izquierda como Sumar o Podemos que, en teoría, son los «buenos» de la película. Pese a ser calificados repetidamente como «ultras», «fachas», «extrema derecha» o «ultraderecha».

La cuestión es que la inmigración ha irrumpido en la agenda política y mediática de todo el mundo. Basta ver los resultados electorales en los Estados Unidos, en Italia, en la primera vuelta en Francia —por mucho que Marine Le Pen no ganara al final— o en algunos lands alemanes.

Precisamente por este muro de silencio que han levantado durante tanto tiempo. La UE está poniendo en práctica ahora políticas que hace apenas unos años denostaba. E incluso Keir Starmer, el primer ministro británico, o Perdo Sánchez se han ido a ver a Meloni. Pero me temo que, en este asunto, vamos tarde.

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