Le debemos a Miguel Ăngel Quintana Paz identificar la victimizaciĂłn como el gran pilar del movimiento woke. El wokismo es entre otras cosas —tampoco es tan complejo el movimiento o sentimiento— un sistema de protecciĂłn de vĂctimas.  Â
El problema del wokismo es que la inclusiĂłn en el sacrosanto status de vĂctimas carece de la mĂĄs mĂnima coherencia. Se promueve al status de vĂctimas a las mujeres que sufren violencia familiar, pero no a los hombres, niños u otros parientes (abuelos, tĂos, cuñados) que la sufren. Son vĂctimas todos los inmigrantes ilegales, pero no los que llevan aquĂ cierto tiempo o incluso han tenido Ă©xito entre nosotros. Son vĂctimas los menas, los niños refugiados, pero no las decenas de miles de abortos que se practican, ni tampoco los millones de niños que sufren el divorcio exprĂ©s de sus padres. Â
Ahora la moda entre los paĂses anglosajones es la victimizaciĂłn por la esclavitud en sus colonias. AdemĂĄs de derribar estatuas y cancelar personajes histĂłricos, se promueven unas reparaciones que no se sabe muy bien en quĂ© bolsillos acabarĂĄn. La tesis es que todos los blancos somos culpables de la esclavitud, como si todos los europeos de entonces fueran ricos y famosos, cuando la realidad es que la poblaciĂłn de entonces era casi en su totalidad analfabeta y con una expectativa de vida de apenas 30 años. Todo ello sin entrar en que algunos pueblos africanos y ĂĄrabes fueron los grandes promotores de la esclavitud.
En un plano mĂĄs carpetovetĂłnico, para nuestra izquierda siempre tan peculiar, no en balde fueron los Ășltimos en Europa en renunciar al marxismo, las vĂctimas son los descendientes de quienes sufrieron la represiĂłn franquista, pero no los que padecieron el Terror Rojo de 1936, protagonizado fundamentalmente por UGT y el PSOE, por cierto. Incluso se atreve la izquierda española a definir como vĂctimas —esto es abominable— a los etarras hasta el año ÂĄ1983! y no sus asesinados, secuestrados, mutilados o muy sufridos familiares.
Puestos a profundizar, quizĂĄs la definiciĂłn de victima siempre tiene que ver con alguien que no ha sido muy bien tratado por el sistema liberal democrĂĄtico capitalista —y demĂĄs etcĂ©teras— vigente. AhĂ puede radicar la conexiĂłn de todas las vĂctimas woke. Son vĂctimas del sistema.
El Ășltimo esfuerzo woke de nuestros polĂticos de izquierdas tiene que ver con la salud mental de los españoles. Hasta hace poco creĂa que era una simple, y humana, extrapolaciĂłn a lo general de los problemas particulares, personales, que ha sufrido el Ănclito Iñigo ErrejĂłn. Este polĂtico ha confesado hace muy poco haber sufrido un problema de salud mental. Es tal el egocentrismo de esta hornada de polĂticos de izquierdas que pensaba que habĂa puesto de moda la cuestiĂłn de la salud mental en una proyecciĂłn humana pero bastante infantil de sus problemas personales, pero no: en la campaña electoral que estamos viviendo se hace constante alusiĂłn a esta cuestiĂłn. Y, por supuesto, no es ni la condiciĂłn humana, sentimental, fĂsica de quien lo estĂĄ pasando mal el causante de su malestar, es el sistema, siempre el sistema. Una candidata dijo hace poco que llegaban a Madrid a diario muchos contenedores de ansiolĂticos para paliar el daño que estaba haciendo la polĂtica de Ayuso.
En una nota mĂĄs chusca, circula por las redes sociales un vĂdeo de la ministra Irene Montero en pleno arrebato chillĂĄndole a una vecina. Sostiene la señora Montero que ella es una vĂctima por haber heredado un buen dinero de su padre —que utilizĂł para comprarse la conocida casa de Galapagar, hoy sustituida por un aĂșn mĂĄs caro ĂĄtico en el distrito de Salamanca de Madrid, cosas de la carrera inmobiliaria de nuestra pareja polĂtica estelar—. No creo que, como hizo ErrejĂłn antes, Montero ahora proponga como vĂctimas del sistema a quienes heredan. Chistes aparte, estĂĄ tan incrustada en la mentalidad de la izquierda la victimizaciĂłn que no dudan en usarlo incluso cuando se sienten acorralados en sus contradicciones.  Â
Toda esta victimizaciĂłn busca generar bolsas de votos, tribus que suman. El problema es que cuando llegan al poder e intentan hacer comunidad, paĂs o naciĂłn, que cada cual use el concepto en el que se encuentre mĂĄs cĂłmodo, se produce el fracaso. No son tiempos para dividir. Necesitamos mĂĄs que nunca unir y buscar proyectos comunes. Pronto saldremos vacunados de todo este movimiento woke y algunos tendrĂĄn una enorme responsabilidad de hacer comunidad, paĂs o naciĂłn.