«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Licenciada en Periodismo por la Universidad CEU San Pablo y Máster en Periodismo de Agencia por la Universidad Rey Juan Carlos. Tras casi una década en el Grupo Intereconomía (La Gaceta, Intereconomía TV y Semanario Alba), es ahora jefa de Prensa del Grupo Parlamentario VOX en el Congreso de los Diputados.
Licenciada en Periodismo por la Universidad CEU San Pablo y Máster en Periodismo de Agencia por la Universidad Rey Juan Carlos. Tras casi una década en el Grupo Intereconomía (La Gaceta, Intereconomía TV y Semanario Alba), es ahora jefa de Prensa del Grupo Parlamentario VOX en el Congreso de los Diputados.

Es Colón o Sánchez

30 de octubre de 2023

La Delegación del Gobierno cifraba en 100.000 los asistentes a la concentración convocada por DENAES este domingo en Colón. Esto quiere decir —ya lo saben— que había, en realidad, mucha más gente.

Gente harta de un Ejecutivo en funciones que en los últimos meses ha ratificado las peores elecciones que puede hacer un político: los terroristas y sus socios como aliados. Los que homenajean a etarras; los que callan sobre los más de 300 crímenes de ETA sin resolver… como interlocutores válidos para formar Gobierno y como invitados de preferencia en el álbum de fotos de las rondas de contactos socialistas. Los delincuentes de Waterloo; los odiadores de España que lanzaban a las hordas separatas contra las casas cuartel de la Guardia Civil y contra la Policía Nacional como césares que decidirán, con el pulgar hacia arriba o hacia abajo, el futuro de nuestro país. Y más: los salvajes de Hamás, los asesinos de cientos de niños, mujeres, ancianos, jóvenes inocentes… como compañeros de bando en la trágica batalla de Oriente Medio.

Mientras esas más de 100.000 personas de Colón gritaban por el imperio de la ley; por la igualdad de todos los españoles y por la unidad de un país, a escasos metros cuatro ministros en funciones (las señoras Díaz, Montero y Belarra y el señor Garzón) se unían a esa masa cínica a la que le parte el alma la muerte de un civil gazatí pero justifica la violación de una niña israelí a manos de los salvajes. Tras pancartas como «boicot a Israel», «estado genocida» o «Israel racista», los representantes del Gobierno de España ofrecían respaldo oficial a una posición que, lejos de ansiar una verdadera paz, aprovecha la reacción defensiva de un país para airear sus odios.

Horas antes la otra pata del Ejecutivo provisional, la socialista, había aplaudido acrítica y patéticamente la excusa de mal pagador expresada por Sánchez para justificar su enésimo cambio de opinión: sí a la amnistía, por el bien de España. Si no fuera por lo trágico, habría que reírse de la capacidad del señor presidente para defender, sin sonrojarse, todas y cada una de sus mentiras y traiciones como si con él no fuera la cosa.

Constatado ya el escenario en el que nos coloca este Ejecutivo, la unidad de acción es más necesaria que nunca. La unidad de los que prefieren —preferimos— una España de concordia, alejada de los odios separatistas que dividen y distinguen entre compatriotas. Unidad para gritar a una sola voz que el Estado de Derecho aplica para todos: para los españoles de a pie —los que pagamos impuestos (y multas, si toca); los que cumplimos con nuestras obligaciones— y también para los políticos golpistas que montan referéndum ilegales. Es importante situarse, más allá de las siglas políticas, en un frente común que evidencie que somos más los que deseamos ver a ETA fuera del Congreso que los que salen a dar la bienvenida en las calles a los falsos ‘gudaris’ excarcelados.

Y lo de Colón debe ser sólo el principio de una movilización constante, infatigable, contra un Gobierno más que probable que, pese a la matemática parlamentaria, no representará, en realidad, a la mayoría de una España que no quiere verse dividida y desunida.

Son décadas de separatismo chantajista —un separatismo sobre representado en el Congreso por obra y gracia de la ley D’Hondt— dirigiendo de manera oficiosa a los gobiernos nacionales. Pero la amenaza no fue nunca tan grande como ahora. Por eso, ahora, por delante de partidos, por delante de política de corto alcance, hay que decidir si se está en Colón o se está con Sánchez. Los términos medios no nos sirven.

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