«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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María Zaldívar es periodista y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica de Argentina. Autora del libro 'Peronismo demoliciones: sociedad de responsabilidad ilimitada' (Edivern, 2014)
María Zaldívar es periodista y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica de Argentina. Autora del libro 'Peronismo demoliciones: sociedad de responsabilidad ilimitada' (Edivern, 2014)

Sánchez, el peronista español

28 de abril de 2024

No es la primera vez que, desde esta columna, se afirma que Pedro Sánchez es el representante del peronismo español. Lamentablemente. 

Luego de que un juzgado de Madrid abriera diligencias de investigación para atender las denuncias por corrupción en los negocios y tráfico de influencias que pesan sobre su esposa, el presidente del gobierno ha hecho pública una carta destinada a la ciudadanía en la que expresa que suspende su agenda pública y que dedicará los próximos días a la reflexión. De por sí ya el anuncio resulta peculiar. Por lo general, se comunica una decisión tomada y no que uno se va a sentar a pensar la decisión a tomar. A menos que, tras ese avance informativo, haya alguna intención velada. En la Argentina se lo describiría como la búsqueda del «operativo clamor», esto es la movilización de sectores de la política y de la ciudadanía reclamando por su continuidad.

El texto de dicha misiva tiene todos los ingredientes de la receta populista: la persecución de los malos al bueno, el acoso salvaje, victimización en grandes dosis, reacción airada recién cuando las imputaciones que pesan sobre la conducta llegaron a la justicia, ataque a los medios de comunicación (lo que vulgarmente se describe como «culpar al mensajero por el mensaje»), decir que estarán a disposición él y su esposa, dando a entender como una actitud honorable no pensar en fugarse y acusar con nombre y apellido a supuestos autores de una patraña en su contra.

Demonizar el sano y legítimo trámite de llevar un tema ante los tribunales para que sean los jueces quienes dictaminen si se trata de actos ilícitos o no, es un ejercicio intolerable para cualquier autócrata. Así lo interpretaron en su momento Cristina Fernández de Kirchner, Nicolás Maduro o Lula Da Silva. Esos personajes se sienten por encima de la ley y provistos de inmunidad e impunidad por lo que dar explicaciones de sus actos y avenirse a los mecanismos de la democracia no está en sus radares porque se consideran por encima de cualquier norma. Todos ellos entienden o hacen creer que entienden lo mismo: no los atacan en lo personal sino por ser la cara y el brazo ejecutor del modelo político que encarnan: progresismo y justicia social. Es la remanida maniobra de victimización de las izquierdas. 

Sánchez en su carta abierta a la población no escatima elogios al contubernio post electoral que tejió con lo peor de la política en su afán de perpetuarse en el poder otro período, alianza que retrata como «gobierno de coalición progresista» mientras que, para referirse a la oposición, la menciona como «derechista y ultraderechista» en una decidida descalificación. Para Sánchez tener el respaldo de facciones que pertenecieron o admiran al terrorismo de ETA es virtuoso pero simpatizar con partidos como VOX, que defiende la vida y la nacionalidad, es un estigma. 

Otro condimento que es justo mencionar, es la población que los vota. Una y mil veces se han preguntado el mundo entero y aún los argentinos qué pasa con los millones de ciudadanos que, aún siendo testigos y muchas veces damnificados de las políticas ruinosas de ciertos políticos, repiten el error de seguir eligiéndolos. 

La explicación, en ambos casos, es la misma: tras años de populismo, las sociedades van perdiendo el aprecio por los valores republicanos, por la dignidad del trabajo y la educación y los hace más sensibles e inclinados a los privilegios de las políticas asistencialistas. Solo así se explica que miles de personas se movilicen por estas horas en apoyo de Sánchez a pesar de su ruinosa gestión.

Tampoco es casual que la izquierda iberoamericana de inmediato haya alzado la voz, no para reclamar el esclarecimiento de los hechos, sino que se haya concentrado en la defensa ciega de la persona de Pedro Sánchez, utilizando el mismo argumento del acoso de la ultraderecha y prejuzgando un escenario donde Sánchez es la víctima y la denuncia, una canallada de los rivales políticos. 

«El Grupo de Puebla se solidariza con el Presidente del Gobierno de España frente a la campaña de acoso y desprestigio reputacional que ha denunciado estar enfrentando junto a su familia», dice el comunicado de sus aliados de América en el que condena las ‘falsas acusaciones’ y habla explícitamente de «presión política» dando por probado que la investigación es ilegítima. El presidente de Brasil ha llamado personalmente a su par español para transmitirle su respaldo.

El populismo acciona y reacciona de la misma manera en todos lados y se abroquela cuando uno de los suyos se encuentra en problemas. La defensa corporativa es otro rasgo que caracteriza al populismo. 

Parece aplicarse también en este episodio la teoría de las tres «p» del escritor Moisés Naím. Estamos en tiempos en los que mandan el populismo, la polarización y la post verdad, y tanto Sánchez como sus aliados del Grupo de Puebla aplican esa receta. Son populistas, dividen a la población para generar un enfrentamiento interno irreconciliable y lo hacen instalando y repitiendo un relato épico que construyen sobre sus propias y fallidas gestiones. 

Pedro Sánchez se ha tomado unos días para reflexionar sobre los pasos a seguir. Hay un rumor que afirma que el presidente está más inclinado a irse que a quedarse. Los más escépticos sostienen, sin embargo, que todo esto es una puesta en escena para volver recargado y advierten sobre consecuencias preocupantes. 

Claramente, la llegada a la justicia del escándalo que involucra a su esposa lo puso frente a una disyuntiva: renuncia o convoca a los miembros del Congreso a una moción de confianza. El peronismo tiene una sencilla fórmula para resolver estos dilemas: esa mafia política, altamente entrenada en circunstancias como esta, acompaña a los dirigentes hasta la puerta del cementerio pero les suelta la mano antes de entrar. Si los entornos oscuros del presidente del gobierno español han aprendido tanto como él del peronismo argentino las peores prácticas de la conducción política, antes de tomar una decisión especularán, no por la suerte de Sánchez ni del país sino por la de ellos, sobre el mal menor y las conveniencias respecto de lo que vendría en el caso de su renuncia. 

Mientras tanto, la moneda está en el aire y la república, también.

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