«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

Escandalizar al siglo

25 de junio de 2024

Por lo visto, hace pocas fechas, un sacerdote de Dos Hermanas negó la Comunión a una pareja de homosexuales casados civilmente. Lo hizo en obediencia al canon 915 del Código de Derecho Canónico pero, obviamente, este extremo carecía de importancia en el tratamiento del asunto que hicieron tertulianos y medios.

Rememorando épocas pasadas en las que para debatir cuestiones doctrinales en televisión se solicitaba al cura menos avispado, o al más histriónico, —aunque aquellos eran san Atanasios comparados con algunos actuales—, en Espejo Público llamaron a Carla Restoy, directora de la Fundación Bosco Arts y creadora de contenido católico en su cuenta de Instagram. Fallaron el tiro porque Restoy es educada, sonriente y está formada. Ante la imposibilidad de contraargumentar al mismo nivel, los invitados de Susana Griso recurrieron a la chanza y a lo que ellos consideran insulto. El acorralamiento a la joven consistió en no dejar que se explicase y en llamarla, como a la Iglesia, «retrógrada» y «reaccionaria». Los comentarios más ínclitos proponían a la pareja gay que acudiera a la parroquia del pueblo de al lado a comulgar. Estas cuestiones suelen encantar a los anticlericales acérrimos pero acaban delatando no solo su mala fe, sino también su ignorancia y lo prescindible de sus opiniones.

Al cabo de escasas horas, Carla fue requerida en otro programa de televisión para hablar de su opción personal contraria a las relaciones sexuales prematrimoniales.

Escribe Enrique García-Máiquez en su magnífico Ejecutoria (CEU Ediciones, 2024) que la nobleza de espíritu rechaza «la corrupción política, el bullying y su taimado hermano gemelo, el victimismo, la mediocridad pública, la adicción al escándalo, la alergia a la jerarquía, la irrisión de la virilidad, el desdén por la paternidad, la zafiedad sentimental, el trabajo mal hecho…». La RAE define el escándalo como un «Hecho o dicho considerados inmorales o condenables y que causan indignación y gran impacto públicos» y, para el Derecho Penal Canónico es la «Acción u omisión de una persona que induce a otra u otras a cometer actos contrarios a la ley de Dios o de la Iglesia».

Sin embargo, ocurre que, en nuestra época, quien tiene la capacidad de escandalizar es una chica que busca la Verdad y la Belleza, y no todo aquello que, antaño pudo ser transgresor, pero hoy está amaestrado y constituye la vía de menor resistencia, la que siempre transcurre al calor del rebaño. Hay, por tanto, que escandalizar al siglo.

Es urgente que los jóvenes hagan una digresión al relato de esta era. En tiempos de posverdad, de pospolítica y de derrota de nuestra civilización, el escándalo es la opción honorable.

Para ello, para atreverse, es ineludible la conquista de uno mismo, signo por excelencia de madurez. Hay que salir cuanto antes del mundo reducido de los placeres y dejar de vivir la renuncia y el sacrificio como un trauma.

Hay que sacudirse la opinión de la masa —y de los tertulianos, valga la redundancia—, buscar la felicidad en la coherencia entre lo que se piensa, se siente y se hace; elegir a Quien se sirve; emanciparse de respetos humanos, sublimar el esfuerzo, amar la virtud.

Se puede sobrevivir intentando encajar, comprando toda mercancía averiada, mimetizándose con una sociedad en estado comatoso o, simplemente, no reuniendo el valor para mirar dentro de uno y hacerse preguntas.

Se puede. Pero quién quiere eso, siendo posible tener como lema el verso de Marcela Duque incluido en su poemario Bello es el riesgo: que mi vida escandalice a los apáticos.

Y sí, bello es el riesgo de escandalizar al siglo.

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