«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.

Lo que Mas esconde…

15 de abril de 2014

“Arturu” Mas esconde dos cartas bajo la manga para su futuro electoral. Una es el “voto del miedo” que genera Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y  que lleva votos a CiU, incluso de no nacionalistas. Otra es la vocación gregaria de los de Esquerra,  que se reivindican republicanos (aunque no se recuerde activismo de ERC en ese sentido).  Aquellos “colosos” Francesc  Macià y Lluis Companys castraron la vocación de Esquerra por gobernar el “país”. Companys, por cierto,  fue el primero en cambiar el “sujeto de soberanía” y reducirlo  al pueblo catalán, antes de la proclamación unilateral de independencia del 6 de octubre de 1934.

La Esquerra del exilio se acomodó a la sombra de Pujol, fue el caso de Heribert Barrera que cohabitó con él como presidente del Parlament.  Esquerra fue a menos fagocitada por CiU, mientras Pujol abría una trinchera entre el catalanismo de CiU con raíz católica y los laicistas pro-masones de Esquerra.  La pugna entre el Pujol, cuyo primer partido se llamó: “Crist i Catalunya” y los de Esquerra,  herederos de Dencàs y sus “escamots” pardos, que fusilaban campesinos,  en 1934, por ir a misa. Esa diferencia  seguía siendo importante en el mundo rural catalán. Muchos influentes empresarios de hoy perdieron a sus padres en ribazos por culpa del masón Dencàs.

Los del “triángulo” le acusaron de “meter  bajo palio” a la Generalitat recuperada  en Montserrat. Sin embargo,  Pujol se llevó del brazo a los ancianos de Unió, devotos de Carrasco i Formiguera, y hasta hoy.  [Aunque hoy, 30 años después, Unió sea otra “cosa”, en manos de puteros y dueños de discotecas]. En la otra trinchera, los únicos de Esquerra  que sobrevivieron fueron los que abrazaron el pujolismo. Como el heterodoxo catedrático Joan Hortalà, o el fallecido Albert Alay.

Los de Esquerra quedaron en manos de “Seis Alas”  Àngel Colom i Colom, quien después de cobijar a los activistas de la Crida se marchó al Partit de la Independencia (PI) en 1996, para acabar pidiendo a la financiadora de Millet, el Palau,  que atendiera sus deudas de juego. Un final político digno de Dostoievski.  Tanto “Seis Alas” (dos por ángel, y dos por cada “colom”, que quiere decir “paloma”, en catalán), como Pilar Rahola, anidaron en los lujosos nidos convergentes.

Aquellos agitadores de la Crida, liderados por Josep-Lluis Carod Rovira, filólogo del catalán, se convirtió –sin hacer nada- en vicepresidente de la Generalitat. En lugar de transformar su partido, siguió en la algarada. A las faldas de Pasqual Maragall se fue a Perpiñán a negociar con la ETA un trato de favor con el pueblo catalán, que podríamos sintetizar como: “¡No nos maten, no somos españoles!”  Aquel  episodio le colocó una “corona de espinas” definitiva. Pero dejó en nichos de poder a los “triperos” de la Crida, Ernest Benach (ex jardinero municipal) fue presidente del Parlament; el talibán Josep Huguet, consejero de la Generalitat;  y el “cursó estudios” Joan Puigcercós, que acabó como presidente de Esquerra.  La ERC de “segunda generación” se ganó a pulso el estigma de incapacidad gestora.

Un ejemplo: los de ERC contrataron al economista Xavier Sala i Martin (¡ojo!) de nacionalidad estadounidense a explicarles la globalización y sus consecuencias. El de la Universidad Columbia flipó con la peña de Esquerra. No le entendían en absoluto. Cuando les dijo amparado por una corbata chillona de Mickey Mouse que “el capitalismo ha hecho más por los pobres desheredados de la tierra que todos las ONG juntas”,  los independentistas dejaron de considerarle “charnego” (carne propia). Tras el incidente, que tuvo lugar en el “Restaurante Set Portes” de Barcelona, Xavier Sala vagó por el Barça de Laporta,  y acabó en brazos de Alicia Sánchez Camacho.

 

Oriol Junqueras, a pesar de ser distinto (profesor de la Autónoma, doctor en Historia del Pensamiento Económico –catalán, of course,– ex alcalde, y eurodiputado ocasional), sigue prefiriendo la sombra, escondido tras “el proceso” y la ANC.  El “sorpaso” no está en los  planes de mosen Junqueras, como le llaman por el tono de sus discursos,  y encubre incapacidades con la zorra apariencia de quien espera la oportunidad desde la presunción de intelectual. Sin embargo, ya conocieron a su enviada a las Cortes, Marta Rovira y conocen a sus diputados Joan Tardà o Alfred Bosch;  así que: “lasciate ogni speranza”,  como en la “Divina Comedia”. No cabe en cabeza dejar la “construcción del Universo” a estos arquitectos.

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