«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

España: apagada o fuera de cobertura

11 de noviembre de 2024

Más de dos semanas después de que la DANA arrasara la periferia de la ciudad de Valencia, los principales administradores del Estado autonómico, que se han reafirmado en su credo, pugnan por lanzar sobre el adversario las culpas de una pésima gestión que ha dejado centenares de muertos y enormes daños materiales. «El Estado autonómico ha funcionado», sostuvo recientemente quien fue barón antes de candidato a la presidencia desde las filas del partido alternante.

Mientras tanto, desde la empresa radicada en Ferraz se han movido los hilos, con la habilidad característica, para que la prensa subvencionada desplace el foco de la responsabilidad a ese Mazón desde cuyo celular nos sigue llegando el familiar, «el teléfono al que llama, está apagado o fuera de cobertura». Ese, al menos, ha sido el punto de confluencia, pero también de controversia, entre el PSOE y el PP.

Está en juego el relato, es decir, el poder. Y en este juego, el PSOE es un consumado tahúr, máxime si quien lo preside es esa amoralidad que vimos semi desmayada por las calles de Valencia. La Audiencia Nacional ya busca a los autores de ese intento de magnicidio, sólo comparable al sufrido por Julio César o a Kennedy. A los puñales y el rifle, se une ahora el palo de una escoba como arma homicida.

Ajenas a la limpieza y atención a los damnificados por la catástrofe, pues de eso se ha ocupado, según el aparato de propagada gubernamental, la chavalada ultraderechista y un conjunto de empresarios sin escrúpulos que, con sus donaciones, sólo buscan publicidad, las huestes sanchistas, las de carnet y los facciosos que sostienen al Presidente del Gobierno y al tinglado que cuelga de él, han estado ocupadas en lanzar un contragolpe callejero en el que las escobas no han servido para barrer, sino para sostener pancartas contra Mazón. Entre las entidades convocantes, esa Acció Cultural, a la que Ximo Puig regó convenientemente, antes de dejar la presidencia valenciana. Favor con favor se paga. 

La manifestación del sábado por la noche, con su previsible fin violento, buscaba culpar de todo al ilocalizable Mazón, que se encontraba trabajando en lo que Sánchez ya resolvió recientemente: el control de los medios de comunicación, en su caso el de RTVE. Por ello, era preciso censurar las voces que se alzaban contra un hombre, Sánchez, cuyo desempeño no es explicable, en exclusiva, por causas psicológicas. Que el madrileño es un apasionante caso de estudio, está fuera de toda duda. Que su mantenimiento en el poder es una inmejorable ocasión para los que le apoyan, también.

El Estado autonómico que está en camino de convertirse en Estado confederal, necesita cuidar a Sánchez y desplazar la culpa hacia el partido de la gestión. Sólo así se entiende que a Valencia acudieran plataformas pancatalanistas, las mismas que, en su día, llevadas por su fobia a la Nación española, bloquearon un Plan Hidrológico Nacional que Rajoy ni siquiera se atrevió a mentar.  

Sólo así se entiende que amplios sectores de la sociedad española, que dicen hablar en nombre del pueblo, el mismo que el régimen del 78 quiere cuartear, envenenados por su sectarismo y por intereses espurios, se nieguen a admitir la responsabilidad del Gobierno. Caiga o no Mazón, el sanchismo, es decir, el PSOE y sus socios, comienzan a recuperarse de los únicos daños que les importan, aquellos que erosionen su estructura. La convicción de que al Gobierno central, es decir, a Sánchez, Marlaska y Ribera, correspondía asumir la coordinación ante el desastre, se diluye en las telepantallas, dependientes de los dividendos de la España multinivel. 

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