«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

España, un país imposible

18 de enero de 2016
Recomienda el refrán castellano que «cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pos las tuyas a remojar». Sin duda a estas horas el presidente del gobierno Mariano Rajoy debe estar seriamente preocupado por la continuidad de su vida política activa, con perdón por lo de activa. La rebelión en la granja que ha propiciado su forma de no gobernar nos retrotrae a la peor España del esperpento.
 
España es un país increíble. Supongo que todos los países vistos por quien los habita y conoce deben ser increíbles. El nuestro lo es sin duda porque hay muchas mañanas, cuando uno se asoma a la ventana de lo que sucede, que lo que ve resulta realmente difícil de creer.
 
Aquí algunos catalanes y vascos, mimados por la historia política de nuestra nación como pocas regiones en el mundo, piensan que no son españoles. Ese sentimiento desprovisto de cualquier fundamento histórico, o de cualquier atisbo de racionalidad política o sociológica, lleva treinta años condicionando nuestra vida como nación organizada en un estado.
 
Los gobiernos que han ido ocupando el poder en Madrid han soslayado esa realidad innegable, han hecho oídos sordos a lo que Hobbes llamaba «el aullido del animal”, y han consentido que las poblaciones de esos territorios fueran inoculadas con el veneno de la segregación. Su ceguera y su cortoplacismo irresponsable están en la médula del problema que hoy es ya la antesala de una ruptura territorial de imprevisibles consecuencias.
 
El nacionalismo separatista catalán susurra a sus conciudadanos que las palabras y la poesía pueden derribar fortalezas, les renueva las ansias de vivir con un sueño, con una pasión. Esa suicida fascinación por una imaginaria libertad para la nada, encuentra enfrente la mediocridad y la cobardía de los actuales ocupantes de la Moncloa. El estoicismo versus el anhelo de lo heroico, de la lucha por lo inalcanzable, de lo muerto frente a lo vivo.
 
Estos días vivimos con extraordinaria intensidad otra escaramuza de esa hégira moderna que propone el catalanismo. Miles de personas pacíficas, razonables, juiciosas, normales al fin, avanzan juntas por un camino al margen de las leyes y del propio sentido de la historia propiciando una situación que nada tiene ni de pacífica ni de razonable, ni de juiciosa ni de normal. Un romanticismo holderliniano pero cruel convierte a millones de personas, aparentemente maduras, en adolescentes que solo se afirman a sí mismos en la confrontación perpetua con el «otro».
 
¿Separarse para que? ¡Para ser libres! Como esa ciudad amurallada de la que hablaba Saint Exupery que derribó todas sus murallas para ser libre y sucumbió inmediatamente al asedio entonces imparable de sus enemigos .Seiscientos mil musulmanes, tres millones de castellanos, andaluces y murcianos, trescientos mil centroamericanos,ochenta mil paquistaníes, doscientos cincuenta mil chinos, son el núcleo duro de esa Cataluña conducida por Tv3 y la ANC hacia el sublime encuentro consigo misma, sin apercibirse de que ella misma ya no es nada de lo que fue.
 
Proponen una ingeniería social sobre una sociedad que tiene ya mayoritariamente sus raíces y su cultura en otra parte. Quieren cambiar una realidad que ya no existe, que ya no es. Si para Hegel todo lo racional era real, para estos nuevos filósofos de ajado caciquismo el objetivo es la realización de lo irracional ,sin entender que la libertad ansiada en sus mentes puede transformarse en grilletes para sus muñecas.
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