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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Estadísticas falaces

14 de diciembre de 2015

Hay que perder el miedo a manejar números para indicar ideas. Una estadística no es más que una frase condensada. Pero, así como hay textos engañosos, también pueden mentir las cifras. Me fijaré en algunas falacias numéricas que se manejan con demasiada alegría.

Recordemos las noticias sobre desastres, accidentes, catástrofes. Es muy socorrida la expresión “balance de víctimas”. No suele ser ninguna de las dos cosas. El “balance” es una resta y aquí solo hay una suma de fallecidos. Pero la palabra “víctima” equivale a cualquier persona (o animal doméstico) que sufre por el suceso en cuestión. Otra cosa es hablar de “víctimas mortales”.

Una noticia optimista es la del número de turistas extranjeros llegados a España. Se suele considerar en valores absolutos, por ejemplo, 60 millones o los que sean. No dice gran cosa. El dato realmente válido sería el balance (aquí sí estaría bien empleada la palabra) entre el número de extranjeros que visitan España y el número de españoles que viajan a otros países. Esa diferencia (mejor todavía dividida por el número de habitantes y multiplicada por 100) sería más válida para entender el fenómeno turístico.

Todavía más interesante sería la suma de extranjeros que llegan a España y los nacionales que salen. Esa cifra sería la mejor medida de lo que representa el turismo en la Economía.

Pasa algo parecido con las exportaciones. También se suelen dar como una cifra del valor absoluto de las mismas. No nos dice gran cosa. La estadística mejora si la ponemos en relación con el valor de lo producido en un año (el PIB). Se adelanta un poco más cuando nos dan el balance o diferencia entre las exportaciones y las importaciones. Pero sigue faltando imaginación. El verdadero indicador de desarrollo o prosperidad de un país se traduce en este caso por la suma de las exportaciones más las importaciones, naturalmente, a poder ser con relación al PIB.

Otro error de interpretación se comete cuando las estadísticas se refieren al valor del consumo interno. (“interno” quiere decir en la jerga económica “nacional”). Se pasa por alto un dato esencial: muchas de las ventas que se realizan dentro del país se hacen a los turistas extranjeros. Por tanto, esa parte del consumo interno (que resulta muy sustancial y creciente) debería computarse como exportaciones.

Más grave es el hecho de rebajar los impuestos a determinados grupos (por ejemplo, jóvenes o viejos, empresarios de tal o cual calificación). No se dice que esa rebaja se tiene que compensar automáticamente con los impuestos de más que pagan todos los demás contribuyentes. Lo mismo ocurre con las subvenciones. El estrato de población que las reciben se considera muy contento, pero no se cae en la cuenta de que ese esfuerzo se tiene que compensar con más impuestos para el resto. En definitiva, el Estado no regala nada. Simplemente decide ayudar a unos a costa de los demás. Puede que sea justo, pero hay que saberlo. Especialmente se oculta en las campañas electorales.

Algo parecido ocurre con la lotería. Se dice que “el gordo ha quedado muy repartido”. Todo lo contrario, el primer premio y todos los premios se hallan muy mal repartidos, pues la gran mayoría de los que juegan pierden su dinero para que unos pocos ganen. Bien es verdad, que el verdadero afortunado es el Fisco; siempre es el que más gana en la lotería sin arriesgar nada.

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