«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Esto antes no pasaba

7 de junio de 2025

La violación grupal del niño valenciano se hace noticia dos años después. Lo cuentan Las Provincias y La Voz de Galicia. El caso impacta, afecta incluso, y provoca una reacción habitual que consiste en prometer una venganza condicional. «Si se lo hacen a mi hijo, yo acabo en la cárcel».

Permítanme que lo dude. Acabarían como esos padres: con un hijo traumatizado, otro amenazado y todos fuera del colegio.

Queremos pensar que seríamos Charles Bronson, pero no es así. Para empezar, porque habría que cuidar del niño víctima.

Maldad ha habido siempre, pero ¿niños violando al compañero y grabándolo con móviles? ¿Esto cuándo se ha visto?

Esta década está siendo la de las Manadas. Hubo una manada expiatoria, por todos conocida, que de una forma escandalosa se usó para criminalizar a los varones y, también, para silenciar y purgar a las demás manadas, algunas de muy distinto cariz.

La reacción a lo Charles Bronson nos tranquiliza. Imaginar una justicia personal, dado que otra no habrá. «Si se lo hacen a mi niño, yo los mato». Y así, además de presumir un poco, milhombres y milmujeres al suave roce del ratón, zanjamos la cuestión. Pero parte de esa rabia o simple inquietud podría utilizarse en cambiar algo las cosas. En «endurecerlas», palabra hermosa, o simplemente, en asumir que existe el Mal y exige también sus protocolos.

El Mal quizás sea una cosa poco técnica, pero ¿acaso lo es más el Heteropatriarcado como explicación? Que los nuevos escolásticos expliquen cómo opera el Heteropatriarcado cuando unos niños violan a otro niño.

El bebé nace angelical pero en algún momento antes de la pubertad aparece el bicho. El ser humano… tela el ser humano… Borges y si no Chesterton y si no Gómez Dávila dijo que no le gustaban las fotografías porque multiplicaban al hombre. Internet lo amplifica hasta un punto de no poder ir por la calle. Estás en el supermercado, imaginas los tuits de la gente en la cola y…. te tienes que ir. Compraré por Amazon. (Tengo una especie de opinofobia, castigo de Dios).

Hay una clase de idiota muy particular que defiende siempre estos tiempos. Nostálgico no se puede ser, nostálgico es como ser de extrema derecha pero sin querer, lo que descarga en lo moral pero acusa en lo intelectual. Añaden entonces que en los años 80 había mucha droga y robaban radio cassettes y es verdad. No son pocos los que dicen que la droga la trajo el Estado.

Y el porno depravado y abierto, ¿esto quién lo trae? ¿esto de dónde viene? (por cierto, ¿y si protegieran la virtud infantil como los derechos televisivos de un Barça-Madrid?).

(¿Y un Gran Pacto de Estado Onanista? Una especie de Gran Pacto Generacional por el que los mayores renuncian al porno en beneficio de los jóvenes. ¿No redimiría esto al bumerato?).

Quizás sea poner puertas al campo, y un poco «Estado chino», pero ya me conformaría con atacar de un modo definitivo la pedagogía progresista, el puñetero kumbayá, el estado de exención del menor (tan instrumental a veces…), con restablecer el prestigio del Mal y, sobre todo, rehabilitar la nostalgia. Porque antes había muchas cosas malas, cosas horribles, pero ¿cuándo se ha visto algo así en España?

El poder adquisitivo se ha perdido, pero es recuperable. Ahora bien, ¿cómo se recupera la virtud de los niños y las niñas, su pureza, su candor que, en ocasiones, se prolongaba en forma de panfilez hasta los veintitantos?

La frase «Esto antes no pasaba» hay que reivindicarla. Decirla sin miedo.

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