«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Eufemismos

29 de septiembre de 2014

Nadie puede poner en duda que el lenguaje es la facultad más importante  que caracteriza a la especie humana. Una de los mayores azotes de dicho lenguaje, como elemento básico para la comunicación y la elaboración de conceptos, es la tergiversación no solo de las palabras sino del sentido de los conceptos a la hora de evaluar o emitir un juicio lógico. Toda la dialéctica que rodea al tema del aborto es un ejemplo típico de una manipulación del sentido de las palabras y los conceptos por no enfrentarse directamente con la raíz del problema.

Lo que en el fondo se está discutiendo es sobre si un ser humano o la sociedad tienen el derecho de disponer de la vida de otro ser humano por conveniencia propia o de la sociedad en cuestión. La expresión  “interrupción voluntaria del embarazo” no es más que un subterfugio para encubrir un hecho que expresado de frente, repugnaría a la conciencia colectiva, y por tanto políticamente incorrecto, cuando de que  lo que en realidad estamos hablando es de eliminar al embrión de un ser humano  en su fase de gestación intrauterina. Pues bien: si pensamos que efectivamente tenemos derecho individual y colectivamente por conveniencia a realizar dicho acto, es incuestionable que el aborto debe ser regulado y aceptado como un hecho, no teórico sino real, que se produce en el seno de una sociedad. Si por el contario se responde negativamente a la anterior pregunta evidentemente debe ser rechazado. El término medio sería regular en qué circunstancias debe ser aceptado y en cuáles no, dando por supuesto que es un hecho que se produce y por tanto debe llevarse a cabo del modo más apropiado posible. Esta es una postura crudamente realista.

Es evidente que el ser humano y la sociedad han dispuesto de las vidas ajenas desde la forma más cruda en las guerras (Hay bibliotecas sobre la teoría de la guerra justa) hasta el infanticidio en múltiples civilizaciones en distintos períodos de la historia, la eutanasia, la esclavitud o simplemente la pena de muerte. Lo que resulta inaceptable lógicamente es que aquellos que están a favor del aborto estén en contra de la pena de muerte y muchos de sus contrarios al revés. Es obvio que la protección de la sociedad debería aceptar como más lógica la eliminación de aquellos individuos que por su actitud lesiva para el conjunto social deberían dejar de existir, llamémosle “sedación extrema preventiva” para no ofender a los políticamente correctos. En cuanto al derecho de la sociedad a intervenir en dichas cuestiones privadas, es más que obvio que en un mundo en que el número de personas en un colectivo influye en la supervivencia de un determinado grupo humano, somos animales sociales, naturalmente que además de razones morales, tiene todo el derecho a intervenir ya que el numero de nacidos garantizará la supervivencia del grupo y de la especie en el futuro. Hoy más que nunca en la llamada “sociedad del bienestar” no hay más que pensar que 100.000 abortos de media al año en España, supone que en veinte años habrá dos millones de contribuyentes menos a la seguridad social.  Habrá que plantearse el sistema, quien nos asegura que en algún momento del futuro, cuando a la generación vigente le interese, se vuelva a una política eugenésica y  la “eutanasia voluntaria” sea lo políticamente correcto… ¡Cuidado aquellos que defienden la teorías radicales del aborto en estos momento, quizá en el futuro sean ellos los eliminados! 

.
Fondo newsletter