Detengan los relojes/ desconecten el teléfono/ denle un hueso al perro/para que no ladre./ Callen los pianos y con ese/ tamborileo sordo/ saquen el féretro…/ Acérquense los dolientes/ que los aviones/ sobrevuelen quejumbrosos/ y escriban en el cielo/ el mensaje… / la LOMCE se ha aprobado.
Que me perdone el espíritu de Auden, pero no se me ocurre nada más luctuoso que sus Funeral blues para reflejar el derroche de hipérbole con que la izquierda está saludando la aprobación de una ley más, prácticamente indistinguible, del espantoso sistema de enseñanza español.
Esta mañana me he desayunado con este alarmante tuit, de Ángela Paloma Martín: “Hoy muere la #educación y la #dignidad. Qué tendrán en contra de un pueblo culto..”, junto con un enlace. Entenderán que ante el doble e imprevisto deceso me asustara, sin pararme a pensar que la educación lleva más tiempo del recuerdo en la UCI y que de dignidad andamos, por ser generosos, muy cortitos de un tiempo a esta parte.
Pero no, es que se aprueba otra ley de educación, de esas que cambian como las colecciones de Zara, no vaya a ser que los estudiantes le cojan el tranquillo a un sistema y les dé por estudiar.
Yo quiero tranquilizar a Paloma. Confesaré que eso de “pueblo culto” me desconcertó de primeras. Es, por decirlo suave, un exceso de optimismo considerar al español un pueblo culto al que Wert quiera quemar los libros. La España de ahora mismo, la que rige sus aulas con la Logse, es el hazmerreír de PISA, algo que se discutía sin problema ni disputa hasta que hemos tenido un gobierno del PP.
Lo cierto es que la Lomce no es terriblemente revolucionaria ni original. Introduce algunos ajustes aquí y allá, muchos de ellos adelantados por los propios socialistas. En general, si la llega a aprobar tal como está un hipotético Gobierno Rubalcaba, podría ser más o menos criticada por los expertos, pero sin alharacas y, naturalmente, sin marchas ni vudú con el ministro del ramo. Tampoco es que vaya a durar: aquí la norma no escrita parece ser que no haya estudiante, por joven que sea, que no haya tenido que adaptarse a un puñado de sistemas de enseñanza en su corta vida. Las leyes de educación vienen a ser como los planes de paz para Oriente Medio: no hay político que no tenga la suya.
Mientras, si lo que de verdad le preocupa a Paloma es la cultura, el saber de cualquier cosa conocida bajo la luna y al alcance de todos, que no tema: nunca antes había sido tan fácil, tan increíblemente barato y tan cómodo aprender lo que se pueda imaginar. Verdaderamente al alcance de cualquier bolsillo, contrastada, impartida con incontables medios. No hay excusa para no aprender, y sólo una condición: ignorar por completo el sistema educativo.