Hace dos aƱos exactos nacĆa esta Gaceta de la Iberosfera. CumpleaƱos feliz, cumpleaƱos feliz. Escogió muy bien el dĆa para salir al mundo, poniĆ©ndose bajo el amparo de la Virgen del Pilar, con una inequĆvoca vocación de Hispanidad en ambos hemisferios y con la intención de ser un pilar en sĆ misma. Tuve la suerte de asistir, ese mismo dĆa, a la emocionante ocasión desde esta misma columna, hablando de pilares.
Llevados por el dĆa a dĆa, que cada uno tiene su afĆ”n, no nos paramos casi nunca a celebrar la importancia que tienen estas pĆ”ginas. Son un Ć”mbito de libertad de expresión y pensamiento. Esto es importante en sĆ mismo y como ejemplo. Primero, estĆ” muy bien que exista el Ć”mbito, aunque libertad hay tambiĆ©n en otros, por supuesto y por fortuna. Segundo, el ejemplo de La Gaceta no puede pasarnos por alto. La libertad no se suplica, se ejerce. En vez de quejarnos del tratamiento de los medios, remedios: echarse la libertad a los propios hombros para que surja una voz sin interferencias.
A partir de ahĆ, lo importante son las inferencias. Fuera de La Gaceta, entre los culturalmente cristianos y los que se consideran vagamente de derechas, se valora muchĆsimo mĆ”s casi siempre si la reseƱa positiva de un libro afĆn sale en El PaĆs, por irnos al extremo,que si sale en otro medio mĆ”s neutral. Puede que uno tenga mĆ”s lectores que otro, eso no lo sĆ©, pero no es lo esencial. En el fondo, lo que se valora es la aprobación del rival. Y se desprecia el amor del propio. Es un tic que puede apreciarse en el entusiasmo con que se celebra el maoĆsmo o el hipismo de la juventud de cualquier neopartidario mediĆ”tico, que, por eso, aparece investido de una autoridad mayor que la de quien siempre lo tuvo claro, paradójicamente.
El que se hace el moderado para ganarse amigos rivales lo lleva crudo por dos razones
Voy demasiado rĆ”pido explicando este fenómeno que durante aƱos ha atenazado al pensamiento conservador espaƱol, pero ustedes lo entienden, porque lo hemos visto mil veces. Salvando la intención particular y la buena fe, eso transmite implĆcitamente una imagen constante de falta de confianza en los propios cimientos y mina la autoestima, con perdón por la palabra, de los propios. Los hace dependientes de la aprobación de quien no te quiere del todo bien o no lo hizo hasta ayer no mĆ”s.
La Gaceta es lo contrario. No va pidiendo perdón por su existencia. Es bonito recalcarlo el dĆa de su cumpleaƱos, porque, como sostenĆa Chesterton, este es el dĆa en que se celebra que vivimos y que tenemos el universo a nuestra disposición. Es el dĆa de la afirmación de sĆ y del consecuente agradecimiento cósmico.
Hablar con todos, comprenderlos a todos, incluso cuando los enfrentamos, y estimarlos a todos no exige para nada renunciar a lo nuestro. Al revĆ©s. Desde un punto de vista intelectual, por supuesto, pero tambiĆ©n afectivo. CuĆ”ntas veces no hemos estado encantados de tener amigos que ni piensan ni viven como nosotros. Hasta hemos presumido un poco de ellos. ĀæO no? Pues a ellos les pasa igual, y les resulta mĆ”s atractivo ir por ahĆ diciendo que, a pesar de las enormes diferencias, son buenos amigos de un ultramontano. El que se hace el moderado para ganarse amigos rivales lo lleva crudo por dos razones: 1ĀŖ) sobre la mentira o el disimulo nunca se construye una amistad autĆ©ntica; y 2ĀŖ), pierde toda la gracia que el contraste aportarĆa a esa amistad.
Si hay algo que aquà no hemos perdido es la fe en una sana indiferencia a la aprobación o no del rival
Nunca se debe provocar al rival por la pose, porque eso tambiĆ©n es falso, ademĆ”s de molesto. El justo medio es la sinceridad sin complejos ni recovecos ni reservas. La suerte que tenemos es que hoy por hoy basta ser educadamente claro para que lo polĆticamente correcto se rasgue las vestiduras. Hay una escena de la pelĆcula Salir del armario que muchos deberĆan reflexionar. Bernard Pignon es un oscuro empleado al que van a despedir de su empresa. Para evitarlo, monta un follón descomunal en el que emerge al fin su verdadera personalidad y su valĆa Ćntima. Pero ha sido tal el follón que el jefe le dice: Ā«Pignon es usted una pesadillaĀ», a lo que Ć©ste replica: Ā«Toda mi vida me han visto como un aburrimiento; que usted me considere una pesadilla lo aprecio como un ascensoĀ».
La analogĆa estĆ” clara, y conviene recordarla porque muchos que te afean que seas una pesadilla quisieran reintegrarte en el aburrimiento anónimo del que no querrĆan que hubiĆ©semos salido nunca. Ramiro de Maeztu lo dijo mĆ”s claro aĆŗn en la lĆnea que se ha convertido en el lema de La Gaceta: Ā«Ser es defenderseĀ». MĆ”s concisión imposible; pero la idea era de PemĆ”n, y estĆ” en Cartas a un escĆ©ptico ante la monarquĆa, justamente el libro en cuya reseƱa Maeztu cinceló su frase. EscribĆa PemĆ”n: Ā«Como el mar una cala o una rĆa, las revoluciones ocupan el sitio que les ofrece mansamente un āserā āun rĆ©gimen o instituciónā que deja de defenderse, que pierde la fe en sĆ mismoĀ».
Si hay algo que aquà no hemos perdido es la fe. En nosotros, vale, pero sobre todo en la Virgen del Pilar, en la Hispanidad, en la libertad y en una sana indiferencia a la aprobación o no del rival. Razones todas que nos hacen desear que cumplamos muchos, muchos mÔs.