Lejos quedan los tiempos en los que Francia brillaba por su ‘triple A’ en medio de una Europa sumida en la crisis.
Un año y medio después de que Francia perdiese la máxima nota, el mandato de François Hollande vuelve a sufrir otro revés con la decisión de una de las temidas agencias de encarnar sus amenazas en una degradación de la calificación del país hexagonal, que ha perdido el ‘+’ para figurar ante el mundo con una modesta doble A, con perspectiva estable.
La mala noticia, que no es ninguna sorpresa, alienta las críticas que cuestionan la política del presidente francés y su capacidad para impulsar medidas contra los riesgos con un margen de maniobra presupuestario “reducido”, según la agencia Standard & Poors.
Aunque el ejecutivo se esfuerza por restar importancia al golpe que supone para la imagen de sus políticas, los ciudadanos dudan de la palabra de su presidente y ya no creen -si es que un día lo hicieron- en las promesas como que se logre invertir la curva del paro a finales de este año, como tanto ha repetido el Ejecutivo.
Subidas de impuestos, leyes impopulares, desacuerdos en el propio gobierno…las protestas convocadas últimamente responden al descontento acumulado.
Popularidad en mínimos
Ante François Hollande se erige un muro de desconfianza popular, que con cada nuevo sondeo, es aún más alto: Actualmente, su política la apoya el 9% de los ciudadanos franceses y el 91% restante sigue esperando “el cambio” prometido por su recién elegido presidente en junio de 2012. El enfado de los ciudadanos se manifestó durante la última aparición pública del presidente, recibido por sus compatriotas con abucheos en la ceremonia de conmemoración del armisticio del 11 de noviembre.