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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Fucking populismo

11 de junio de 2024

Ruiz-Mateos logró 600.000 votos en 1989. Era otra España y él era alguien. Había creado Rumasa y se la habían quitado. Ruiz Mateos se disfrazó de Superman, Alvise va de Batman. Ha colgado lonas, eso es verdad, pero también lo hizo Laporta y no le fue tan bien.

800.000 votos es una barbaridad de votos (barbaridad es una forma de no decir brutal), y no son todos de Madrid, como podría pensarse. Baja en Galicia, País Vasco y Cataluña, pero en el resto va sacando un uniforme 5%, incluso un malaguita 7%. Es curioso lo estable de su voto por regiones.

El votante de Alvise existe. Un ejemplo: mujer de 52 años, con estudios, clase media de capa caída, barrio de Salamanca, le vota y solo espera que «no sea de ultra derecha». Quien carga con esa etiqueta ya lo lleva crudo y hay que reconocerle infinito mérito. La mayor parte de la población votante tiene eso metido en la cabeza, pero entonces ¿qué sentido tiene seguir intentándolo por ahí?

Antes de los resultados de Alvise había algo en el ambiente. Si en los medios sigue el muro contra Vox, se perciben también barricadas a su derecha o, si  se quiere, hacia el Más Allá: el Sistema no acepta a Vox, no le termina de dar el visto bueno, y el No Sistema se va alborotando. Surge la abstención como coquetería. El posferraz, la gran impotencia que generó finalmente Ferraz, cristalizó: anti78, izquierdas patrióticas, derechas Gengis Kan, y un fuckin populismo como el de Alvise al que, por supuesto, Occidente se la trae muy floja. Voces que dicen ser más obreras, más patriotas, más nacionalistas, más antisistema, más libertarias, más independientes, más libres… Ese flanco agitado no está ganado por Vox, ni mucho menos.

Alvise usa la palabra partitocracia, que se generaliza desprovista de sapiencia política y rigor moral. Se ha viralizado distorsionada, se ha hecho un poco meme, pero eso entraña una enseñanza: lo antisistema ya se puede usar, lo antisistema (aunque sea como retórica) es necesario, aun más si se tiene un pie «dentro». Por cada minuto de institucionalidad hay que darle a la gente (a la horrible gente populista) algo, algún tipo de rocanrol.

Alvise no representa tanto una sensibilidad política concreta como un estilo nuevo de participar. Se participa (se vota) solo si  es divertido, solo si va a traer diversión, una contrapartida. Una vuelta de tuerca del populismo. Un fucking populismo. Sus votantes se sienten parte de una red de informantes-conspiradores.

Mensajes rompedores, humorísticos, insubordinados, y antirretóricos… Un aire de gamberrada. El populismo, negocio dificilísimo y muy cambiante, es humor, disrupción, y frescura. Exige vivir en la calle.

¿Qué sería de Milei si fuera serio?

Del Viva al vivo. Vox trae líderes al Viva, pero Alvise coge (piratea) un poquito de Milei, un poquito de Bukele… los imita con trazos gruesos y le es suficiente. A la gente, seamos sinceros, le importa un bledo la alianza de conservadores europeos. La gente ya no sabe quién es Miguel Ángel Blanco. La gente no sabe casi nada. ¡Pero tienen razón!

Hay en Alvise también un «liberalismo», o eso que se llama liberalismo: el predominio del dinero, la pasta ante todo, algo simplificador y urbano, «te hago un bizum», un liberalismo Llados, minarquista, sobra el Estado aunque haremos la cárcel más grande del mundo, una moral individual, estoicismo de gym…

Su proyecto de la gran cárcel es a la vez el Muro de Trump y el «lock her up», el encerrad a Hillary: un gran zigurat donde irán todos, las bandas latinas, los pederastas y los chorizos felipistas…

Alvise ha llegado también a un discurso soberanista y contrario a la guerra, un aislacionismo antioligárquico. Von der Leyen, a morir por Europa te vas tú. No será fiable, no será realista y olerá a chamusquina, pero el discurso tiene rasgos propios y atractivos.

No se aprende nada concluyendo que la gente es tonta y que vamos a la deriva, por cierto que sea. Un voto es un voto y todos tienen sus razones. Alvise nos enseña que hay algo más ahí fuera, también que algo cambió en la pandemia. No se puede vivir como si eso no hubiera pasado, porque pasó. La gente quiere mensajes directísimos, suyos, propios y de ruptura, una oposición frontal a la casta. Y quiere reto, aventura, algo vagamente oscuro, de lo que quizás no te puedes fiar, pero que sugiere una batalla abierta, un perfume de clandestinidad. Hay gente así.

A cada lado hay un océano: el PP y la abstención. ¿Cuál es realmente más difícil?

PSOE aparte, con su zombicracia demencial, hay dos persuasiones o estilos populistas funcionando alrededor de Vox, ciñendo a Vox: Ayuso y Alvise, Alvise y Alyuso. El trabajo está aquí, aquí dentro, en los barrios y en los chats, en cada giro verbal, en cada meme y en cada batalla en las redes. Hay que subir la apuesta.

Esto es muy fácil de decir, claro, pero muy difícil de hacer.

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