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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El golf y la Unión Europea

17 de marzo de 2015

Nada más lejos de mi intención  justificar el abuso perpetrado por el colectivo político social griego durante  estos últimos años, llevando el reparto de beneficios y la falta de responsabilidad al límite, provocando una fraudulenta impresión de bienestar que ha llevado al país a la quiebra y ahora pretende que “la fiesta la pague otro…” No obstante conviene profundizar un poco en el origen de semejante aberración político-económica.

Cuando en algo mucho menos importante que la planificación del futuro de un conjunto de naciones, como lo puede ser un deporte como el golf,  una actividad en última instancia competitiva, para que sea equitativo y practicable entre todos los participantes se establecen unas reglas previas a la partida ¿cómo es posible que a la hora de diseñar la Unión Europea se hayan olvidado de imponer unas reglas del juego equitativas entre sus miembros?

Es evidente que el dicho de “café para todos” es inoperante e injusto y solo puede llevar al desastre. No se trata de volcar dádivas ni subvenciones, regalos inútiles,  quitas y esperas, financiaciones privilegiadas, caridades inútiles que solo conducen a la corrupción, dádivas que lo único que consiguen  es complicar y confundir el fondo del problema. Se requieren unos principios para que cada nación pueda participar en condiciones razonables, dadas las diferencias entre ellos: distintos niveles de desarrollo,  riqueza, condicionantes culturales, climatológicos y geográficos. En el golf se llama “hándicap” (en términos económicos estaríamos hablando de que la base de la ventaja competitiva está en función de la curva de experiencia que es función del tiempo, el capital humano y la escala accesible)   Este es un principio que permite que cualquier golfista pueda jugar con un profesional y ganar el campeonato. ¿Cómo? a cada jugador se le asigna en función de su competencia un número de golpes extras y ventajas en determinados hoyos, de manera que si el profesional cumple estrictamente con los tres, cuatro o cinco golpes que requiere un hoyo en particular, y el aficionado necesita dos golpes más para hacer el “par” empata con el profesional. Evidentemente una de las ventajas de que disponían los países antes del Euro era la moneda, pudiendo devaluar y así incrementar su competitividad. Recurso falso pues acaba generando inflación y a la larga no soluciona el problema de fondo, pero de alguna manera enjuagaba el desastre del desempleo, al menos temporalmente, y atraía inversión aprovechando las diferencias de cambio.  ¿Cuál sería el “hándicap” dentro del sistema Euro? Creo que el tema fiscal sería decisivo, como muy bien supieron ver los irlandeses al colocar su impuesto de sociedades en el 10%, para atraer la domiciliación de empresas multinacionales. ¿Cómo puede ser competitiva Grecia con Alemania, por ejemplo, teniendo el mismo impuesto de sociedades, unos impuestos directos e indirectos parecidos, una total imposibilidad de controlar su política monetaria, siendo su nivel de desarrollo tecnológico, territorio y recursos naturales la décima parte? Un aficionado no puede ganarle una partida a Sergio García, si este no le da la ventaja del “hándicap” y por tanto no podría jugar en condiciones equitativas. Conclusión: se deberían haber establecido ciertas ventajas fiscales y económicas para los países más pobres y menos desarrollados al introducir la moneda única (no ayudas monetarias ni subvenciones) o estos deberían haber permanecido  fuera del euro. Ahora lo vemos con toda claridad, la cosa no tiene solución, salvo que se mutualice toda la deuda, como si fuera europea y se administrara la recuperación de ahora en adelante privando parcialmente de soberanía económica a cada país individual. Es decir formar al fin una Unión Europea de verdad, como EE.UU. Lo cual también sería una solución lógica. Aunque ahí chocaríamos frontalmente con los nacionalismos latentes todavía reflejo de los intereses políticos particulares locales, que harían imposible la única solución coherente.    Con un “hándicap” la gente habría ido mejorando su juego y cuanto más mejorara, menos ventajas tendrían  paulatinamente, sin avasallar. Progresivamente los países habrían ido prosperando y atrayendo inversión y por consiguiente trabajo y riqueza.

Imaginemos por un momento que ahora Grecia, se saliera del euro y decidiera establecer  para los operantes en euros, dólares o en su dracma local un impuesto de sociedades del 5% y un IRPF máximo del 10 % para residentes extranjeros y  griegos millonarios, autorizando además la existencia de cuentas numeradas, al fin y al cabo es de lo que ha vivido y a lo que deben su riqueza Suiza o Luxemburgo. (No entiendo porque se tendría que escandalizar el Sr. Juncker). 

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