«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Gómez Noya y lo inesperado

18 de julio de 2016

Perdidos entre la maraña selvática en busca de un Gobierno. Mientras medio mundo se nos está yendo al garete y entre algo que acabó de forma precipitada y, lo que es peor, con otro ‘algo’ a lo que aún  no encontramos salida. Con resaca postelectoral entre pitos y flautas, flautas y pitos, que diría Montoro. Entonces, salta la noticia. ¡Para la cinta!, que exclamaría  José María García. La pasada semana, “mientras entrenaba en su bicicleta, Javier Gómez Noya sufrió una ‘caída tonta’, a no más de 15 kilómetros por hora”, rompiéndose el radio del brazo izquierdo, a un mes para los Juegos de Río. La noticia te agita como un mal cóctel a las cuatro de la madrugada y a él como un mal puñetazo en el estómago, una sombra densa, una maldición cósmica, el repentino vacío. Y surgen, de debajo de las piedras, coaches de pacotilla intentando ser más Paulo Coelhos que el mismísimo. Con ese ruido happy flower absurdo que lo inunda todo y no entienden que, por más que lo intenten, nadie tiene el control de las cosas. Las cosas suceden, no hay más. Cuando el guion está perfectamente escrito, lo inesperado aguarda. Y por muy atentos que estemos, no podemos adivinar qué sucederá al minuto siguiente. El triatleta Gómez Noya es de los que generaría en casa, en los próximos Juegos Olímpicos, gritos e importantes onomatopeyas. Un tipo, cuasi extraterrestre, que nada, pedalea y corre; cinco veces campeón del mundo y plata olímpica y ‘sobrepuesto’ a prohibiciones médicas tras serle detectada una cardiopatía. Exigentes, como otro de los nuestros, el decatleta Antonio Peñalver, no merecen menos.  Atletas que te hacen sentir desde el sofá que casi el agua te salpica en la cara o ese polvo de la tierra te golpea,  contagiándote de ese esfuerzo atroz para exclamar como Perico Delgado, tras la contrarreloj de Luxemburgo, de Induráin: “¡Joder, qué bestia!”. Poniéndonos nosotros también firmes sobre los pedales con cada bocanada de aire, con cada gota de sudor de esfuerzo agónico. Pero, como dice ese hombre de negro que recorre frenético la banda del Vicente Calderón: “Tenés todo, y tenés nada”.

 

 

“Como imaginaréis, este es un momento muy duro para mí, pero no voy a hacer un drama de esto, como siempre lucharé por recuperarme lo antes posible”, prometió como McArthur cuando los japoneses lo echaron de Las Filipinas: “Volveré”. Un hombre puede ser destruido pero no derrotado, escribió Hemingway en‘El viejo y el mar’. Porque sabe que las musas son esquivas y traicioneras. Y esas palabras están tan llenas de vida como de heridas. Porque la virtud fundamental a la hora de emprender el camino es el ánimo fresco del caminante, cuentan por ahí. Porque hay más de una vía hacia el Olimpo. Porque esa actitud descifra el ADN particular, nos desvela  y nos define: la voluntad y la clase de los grandes. Aunque algunos se empeñen en una exaltación y ponderación de lo mal hecho. Que clubes como el Barça encumbren a alguien que ha defraudado a Hacienda (elipsis), entre calçotadesy butifarra, confirmándonos las contradicciones de esta sociedad en la que sobrevivimos. Grandes como Gómez Noya o Nadal nos permiten seguir creyendo en el ser humano.  Nadal no se cansa de repetir: “Las lesiones han sido parte de mi carrera deportiva. No estoy en condiciones de quejarme ni dramatizar”. Recuerden que otra lesión le impidió estar en los Juegos de Pekín y ser el abanderado de la Selección. “Mi poder es mi cabeza”, decía siendo un niño. En esta travesía que es la vida, qué importante es saber esperar. Y saber continuar. Lo vivimos, recientemente, con Cristiano Ronaldo, en el partido mas importante para Portugal no pudo estar. Y con ese aparatoso vendaje como El Hombre Biónico, no paró de insuflar aire a los compañeros en la batalla de Saint Denis. Como dice Lorenzo Silva,  “en cualquier aspecto de la vida, por insignificante que sea, te aguarda una lección. No mires al cielo para quejarte de que en el momento decisivo no decidiera inclinar la balanza de tu lado sino del contrario”. Y, repito, “en la vida se debe elegir entre el aburrimiento y el sufrimiento”, que escuché en Los Soprano. Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE, afirma que “no hay que ponerse límites, que ningún reto es imposible”, y miren si sabe de lo que habla, tiene un leve ‘runrún’ de lo que le sube desde el Sur. Raymond Queneau advirtió que todo libro es una Odisea y una Ilíada, porque toda historia es un viaje o una batalla. Anoten la frase de Cruyff, “salgan y diviértanse”. No se olviden, “Intelligenza, significado, senso e cuore: questo è l´importante, palabra de Toni Servillo.

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