«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.
Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.

Gordas nos queremos

11 de mayo de 2023

Irene Montero, Pam y eso que ellas suelen llamar «el movimiento feminista» y que en realidad son sus subvencionadas de ayer y hoy, tienen un grito para los días festivos —en su caso todos—, que reza «vivas nos queremos». La gramática no es el fuerte de esta gente. Ni nada, en realidad. Demostrado ya que su lema contra las agresiones a mujeres es falso, pues sacan a la calle violadores y pederastas, y sabiendo también que a Irene Montero y por ende al resto del séquito, también les gustan los asesinos de mujeres siempre y cuando sean de la ideología correcta, de ETA, les propongo que Pam, preocupada como está por lo importante, cambie el grito de guerra. 

Porque la secretaria de Estado, que no padece en sus carnes los problemas que ella y el resto del Gobierno nos causan a los demás, para llenar la cesta de la compra o poder caminar tranquilos por las calles de una España cada vez más insegura, se ha pasado la semana quejándose de que hay pocos gordos, y sobre todo, gordas, en política. «Gordas nos queremos» como nueva consigna feminista. No es cierto que no hubiera gordos en política hasta que ella llegó, claro. Ada Colau o Mónica Oltra no es que sean unas sílfides. Cristina Almeida, histórica socialista, tampoco creo que apareciera a menudo en listas de guapas. Pero ella no era un complejo con patas y no necesitaba gastar nuestros recursos en sentirse «validada», que dicen las propias feministas.

Mirando al Congreso, que es donde ella concretaba que casi no hay gordos y ninguna gorda, tiene por ahí pululando a José Luis Ábalos, Gabriel Rufián o Elvira Rodríguez. Estos dos mucho más delgados últimamente, lo que podría servirle a nuestra Pam de incentivo. Lo de la valía de la gente, que debería ser el único criterio para estar en política, ya lo dejamos para otro día. Pero no, ella prefiere seguir con el tema, quejarse mucho, y obligarnos a los demás a terminar acostumbrándonos a que está estupenda y, lo que es más pesado, que se lo digamos. De ahí la campaña pagada con dinero público —que no es de nadie, pero yo lo siento un poco mío— del pasado verano que resultó ser un collage de plagios y para decirnos a todos que los cuerpos «no normativos» también pueden ir a la playa.

Por supuesto. Pueden y deben. Como lo han hecho toda la vida. Y si alguien considera que puede molestar a los «no normativos», pues ya le diremos todos los de alrededor que es un indeseable. Pero no se deben gastar los impuestos de las personas que no llegan a fin de mes en los complejos personales de una amiga de Montero. Después de mis dos embarazos yo no estaba no normativa, estaba gorda como un trullo. ¿Me veía bien? No. ¿Me obsesionaba y buscaba la aprobación de los demás dando la turra constantemente? Tampoco. A las mujeres de derechas también nos insultan en redes sociales a diario por nuestro físico, y no lo convertimos en el centro de nuestras vidas. Es la diferencia entre haber madurado o seguir en la adolescencia eterna de las altas cargas de Igualdad. 

Yo no le voy a decir a Pam que adelgace o no porque es problema suyo lo que haga con su cuerpo, pero que no dé la lata. Y que menos la dé pagada por nosotros. Y le voy a contar dos secretos: la masa acrítica, cuando insulta, lo hace siempre por lo más evidente: igual que los jugadores de fútbol de color de los equipos rivales se les grita «¡negro!», a ella si fuera bizca sería eso lo que le escribieran sus haters. Y además, cuanto más le moleste, más lo harán. Así que Pam, es hora de crecer, superarlo, e intentar hacer algún servicio útil a los españoles. Y si una no es capaz, de apartarse y dejar a los mayores. Pero no más PAMplinas. 

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