Al verdadero temporal que azota en España desde hace varios años debiéramos ponerle su auténtico nombre de una buena vez, se llama Pedro Sánchez y su gobierno. Pedro Sánchez es la gota fría siniestra, el advenedizo que nadie esperaba, el elemento bestial y demoledor de ambición y discordia.
Perdón, sé que la tragedia real no merita que se le desplace a un segundo plano, pero es que, inclusive, situándola donde debe ir, en el primer orden, hemos podido constatar el nivel de ignominia de Sánchez y sus ministros, lo que no debemos pasar por alto.
Tres días estuvieron los españoles abandonados a su suerte. Casi cuatro días sin autorizar a las fuerzas principales del país en caso de emergencia. Los muertos flotaban, el hambre y la sed se extendió, el pillaje comenzó. El horror se amparó de varias ciudades y pueblos. El dictador atinó a bajarse de un helicóptero y, tras echar una parrafada hueca durante 30 minutos, se largó por donde mismo vino, subido soberbiamente en el helicóptero; no pisó el barro, ¡qué va! No, señor, porque miren ustedes, lo dijo una diputada de Sumar, Aina Vidal, «los diputados no estamos para achicar agua». No, ellos están para empeorar la situación, es que no falla. Ellos son la auténtica tragedia de España, esa izquierda acomodada que ni siquiera atiende cuando desde Francia, el país vecino, con cuatro días de antelación a los angustiosos sucesos se les avisó de que se avecinaba un accidente atmosférico de calado mayor.
No aceptaron las ayudas, como propuso Francia, ni atendieron que Bruno Retailleau, ministro del Interior, reiteró que estaba dispuesto a enviar 200 bomberos y más. Tampoco las de los presidentes de El Salvador y Argentina, Nayib Bukele y Javier Milei. Pedro Sánchez no necesita las ayudas de los «derechistas», pareciera una afirmación propia de RFI. Gracioso si la situación no fuera tan grave, Pedro Sánchez me recuerda a Fidel Castro —ya lo he dicho—, quien en numerosas ocasiones se negó a recibir las ayudas urgentes de Europa y Estados Unidos después de que varios ciclones de envergadura arrasaran la isla. Jamás existió recuperación alguna de esos fenómenos atmosféricos, uno tras otro esos huracanes dejaron a la población y a la isla entera en estado paupérrimo, comatoso. Aunque no hay nada más cierto que el peor fenómeno que devastó al país se llamó Fidel Castro; la familia Castro, el castrocomunismo.
Menos mal que los cubanos siempre han sido solidarios con lo poco que ha tenido después de que les confiscaron y robaron hasta la vida misma. Esa solidaridad la hemos visto en los españoles durante estos días, ayudarse de pueblo a pueblo, en una acción humanitaria ejemplar que nadie podrá ensombrecer; mientras el gobierno les negaba cualquier tipo de ayuda, ni siquiera les permitía que entraran en sus casas a rescatar a sus fallecidos. Como sucedió con esa pobre mujer que abrazada a la periodista Ana Rosa Quintana clamaba porque le autorizaran a sacar a su madre ahogada del interior de su domicilio para poder darle sepultura.
Este gobierno —ya dictadura, estado fallido— es el gobierno que mayores tragedias ha traído a España, es el gobierno del dolor y de la muerte. Entre el 2023 y el 2024 se destruyeron casi cien embalses y diques con la intención de liberar ríos, bajo los presupuestos imbéciles y despiadados de la agenda 2030, con la que se prohíbe limpiar los bosques, con la que para tocar un árbol hay que pedirle permiso a la bruja de la escoba Úrsula von der Leyen. Si no hubiera sido por el Plan Sur, la colosal obra del franquismo concebida en 1957, que desvió el cauce del Turia para evitar las inundaciones de Valencia, hoy estuviéramos frente a su inexistencia. Estoy por pensar que Franco es el Batista de España, todo lo que construyeron, Batista en Cuba, Franco en España, el comunismo se lo destruyó. Pese a que, como supondrán, mi reconciliación con el caudillo no sería del todo, debido a su simpatía gallega por Fidel Castro.
Lo cierto es que la peor gota fría que hay que eliminar ya de una vez, lo repito, es Pedro Sánchez y su gobierno de ineptos, de inhumanos. Que el pueblo se haya solidarizado en esta terrible urgencia dice muy bien de los españoles, pero como nos hemos unido hombro con hombro, ahora hay que hacerlo para expulsar a estos infames de Moncloa.