«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Hacia la España confederal

12 de diciembre de 2022

Con su toga convenientemente emponzoñada por el polvo de un camino que nunca ha dejado de estar abierto, Cándido Conde-Pumpido aguarda su oportunidad para regresar a la primera línea de un poder judicial cuya principal tarea será la de garantizar la total impunidad de aquellos que han anunciado a los cuatro vientos que lo volverán a hacer. La figura del fundador de Jueces para la Democracia regresa para ofrecer una pátina leguleya a un continuado golpe, no contra la democracia, sino contra la nación española, cuya existencia es insoportable para determinadas sectas siempre favorecidas por el turnismo partitocrático, después de que llegaran fortalecidas a la recta final del franquismo, al que tanto deben.

Como es propio de un partido dolarizado, el PSOE renunció en su día al marxismo, pero nunca dejó de postrarse ante las oligarquías vasca y catalana

Su más que previsible vuelta, llega después de la inaudita rehabilitación política del nefasto José Luis Rodríguez Zapatero, avivador de odios guerracivilistas, que sentó las bases sobre las que se asienta el golpismo que no cesa desde aquellos sus días como presidente que llegó al poder después de los atentados de Atocha. Reinventado como pontífice entre sus admiradores podemitas y un PSOE que, desde sus días, se convirtió en sucursal del catalanismo, el antes Bambi y después ZP, se mueve con soltura en diversos escenarios. Singularmente en el venezolano, hoy apagado mediáticamente después de que el nuevo emperador, aureolado de ideas woke, precise del petróleo de Nicolás Maduro que emerge, como si procediese de un vaso comunicante, después del bloqueo saudí.

Con nocturnidad y altas dosis de soma futbolístico, esta España diseñada por el PSOE se encamina hacia aquello a lo que el partido montado en Alemania nunca renunció: la configuración de una España confederal, o lo que es lo mismo, la destrucción de la nación española. O, por decirlo de otro modo, la cristalización de una estructura política llena de privilegios para unos cuantos, para aquellos a los que siempre sirvió el partido del puño y la rosa que, conviene recordarlo, en 1974 tenía como punto central de su programa el derecho de autodeterminación de las nacionalidades de España. Como es propio de un partido dolarizado, el PSOE renunció en su día al marxismo, pero nunca dejó de postrarse ante las oligarquías vasca y catalana, también favorecidas desde Washington, a las que cedió, gustoso, todo el espacio político, económico y mediático a cambio de tutelar una España hecha, en gran medida, a imagen y semejanza de sí mismo.

El PSOE apenas ha cedido algunos intervalos de tiempo en el poder, los necesarios para llevar a cabo los reajustes económicos exigidos por el gran capital

Durante la actual y, todavía, coronada democracia española, el PSOE apenas ha cedido algunos intervalos de tiempo en el poder, los necesarios para llevar a cabo los reajustes económicos exigidos por el gran capital. Uno de estos lapsos parece abrirse en el mundo demoscópico. Es allí donde cifra sus esperanzas un Núñez Feijóo que se miró en el espejo catalanista, y que espera, mientras tiende puentes con el PNV, que el poder caiga en sus manos como fruta madura. Refractario a la moción de censura planteada por VOX, el gallego pretende heredar para, según dice, derogar, algo de lo que cabe razonablemente dudar, habida cuenta de cómo ha obrado su partido cuando ha accedido al gobierno de la nación. Mientras todo ello ocurre, Sánchez sigue tejiendo una densa red clientelar, infiltrando a sus peones en el Tribunal Constitucional y estableciendo una férrea alianza con los secesionistas, con los que solo cabe un coyuntural y transitorio modelo confederal.    

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