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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El hartazgo de Fabra

6 de noviembre de 2014

 Se celebraba estos días atrás en Alicante el Congreso de la Empresa Familiar, un evento de importancia nacional cuya inauguración corrió el lunes, finalmente, a cargo del Rey Felipe VI. Eso sí, sin la presencia de Letizia, conocedora de que la imputadísima alcaldesa alicantina, Sonia Castedo, a quien el PP ha abierto expediente informativo como si no supiera toda España lo que hay, se había empeñado en asistir y sentarse al lado del nuevo monarca, cosas del protocolo, para sacarse una foto que en nada ayuda a lo que los cursis llaman Marca España. Y ello pese a que el PP intentó hasta el último momento cobrarse su dimisión. No fue posible. Eso sí, quien se negó en redondo a tal imagen fue Mariano Rajoy. De ahí que la alcaldesa enfermase oportunamente el martes. No quiere tentar su suerte.

Así las cosas, mientras la prensa especulaba con la presencia o no de Castedo, en el PP valenciano las aguas bajaban más que turbulentas. Resulta que los organizadores del evento, conocedores de cómo está el patio tal y cómo queda reflejado en la última encuesta del CIS, decidieron que la inauguración del Congreso sería un acto meramente institucional. Y para ello, cuanto menos políticos estuvieran presentes, mejor. Así que ya se pueden imaginar el enfado de muchos de ellos, al ver que no eran convocados. Alguno sigue hoy en estado de shock.El lunes fue para ellos un día de disgustos: por la noche el normalmente diplomático presidente Fabra los reunió a todos en el Maestral en una cena privada a su alrededor para leerles la cartilla y espetarles un  vehemente estoy hasta las narices de vosotros. “Si vosotros estáis hartos, más harto estoy yo”, les dejó claro, haciendo referencia al acoso a que ha sido sometido, incluso acerca de su vida privada, en los últimos tiempos. Y es que ya lo dijo en su día Luis Ramallo: cuerpo a tierra, que vienen los míos.

Así las cosas, la diputada Amparo Ferrando, delante del propio Fabra, el mismo martes por la mañana, le espetó a Mariano Rajoy un tajante  “a ver si pones orden y quitas a Fabra”. Bonig, la aspirante de última hora, sonreía.

Pero como ya se sabe que quien ríe el último, ríe mejor, lo que igual desconocen Ferrando y la propia Bonig, es que ese mismo mediodía, se reunían en un restaurante alicantino, a puerta cerrada y mano a mano, Rajoy y Fabra. Dos horas y media duró el encuentro. Lo que el presidente valenciano y el presidente del gobierno hablaron, además de la próxima reunión en Cáceres a puerta cerrada de los barones con el presidente del PP, sólo ellos lo saben. Yo lo que les puedo contar es que Fabra salió del almuerzo más que sonriente. Mala señal, Bonig.  

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