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Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

Hay Vox para rato

3 de agosto de 2022

Proliferan en la prensa los artículos sobre una supuesta crisis de Vox, quizá —dicen— definitiva. Los datos sobre los que se sustentan, pensamiento desiderativo aparte, son las encuestas que recogen el empuje del PP de Feijóo y los resultados de las andaluzas, agudizados por la sensación de crisis que ha despertado la renuncia de Macarena Olona. Ese efecto retroceso, con independencia de las razones médicas de Olona, lo advertí en el Diario de Cádiz: «El resultado de las andaluzas no fue tan malo como las primeras sensaciones –tras unas expectativas elevadísimas– parecían indicar. No sólo se mantuvo el resultado histórico e inesperado de las anteriores elecciones, sino que se aumentó. En una coyuntura en que el PP arrasó, todos bajaron, menos Vox. Ese mensaje había logrado transmitirse a la opinión pública. Pero la marcha de Olona reactiva aquellas malas vibraciones de la primera hora».

Yo jamás desdeñaría esos análisis, hechos por gente que no se chupa el dedo, y de los que se pueden sacar algunas lecciones interesantes. Olvidan, sin embargo, un elemento sustancial de Vox, sin el que es posible hacer un estudio completo y convincente. Crean un modelo tipo con la rápida creación de los nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, su crecimiento explosivo, y su declive acelerado. Vox sería, para ellos, un fenómeno clónico, la tercera dimensión de esos partidos nuevos. Olvidan, atraídos por el magnetismo del pensamiento analógico y de los paralelismos y por el impacto de la retirada de Olona, algo tan básico en política como las ideas propias de cada partido.

El nicho ideológico de Podemos ha sido vampirizado por el PSOE de Pedro Sánchez. Es raro que apenas se subraye esto cuando los anuncios políticos que hizo el presidente en el reciente debate sobre el estado de la Nación fueron un ejemplo más de parasitismo sanchista de la demagogia de la ultraizquierda. Quizá lo de Ciudadanos fuese al revés o no o mitad y mitad; pero o Albert Rivera quiso comerse el espacio del PP o el PP se vino más al centro solapándose con C’s o todo a la vez. El hecho, de nuevo, es que había un espacio electoral e ideológico que tenía dos partidos en competición. En esos casos, es lógico que el grande se coma al pequeño. También o más aún si comparten gobiernos, pues el acuerdo de fondo hace que se puedan distinguir poco. El caso de Juan Marín en Andalucía no deja margen a la discusión y se parece al de Pedro Sánchez con Yolanda Díaz.

En Feijóo no se encuentra ningún cuestionamiento a la ideología socialista de fondo, pero sí un derroche de comprensión hacia Chaves y Griñán

Las ideas de Vox, en cambio, no las defiende nadie que no sea Vox. Basta leer la entrevista del pasado domingo a Alberto Núñez Feijóo en El Mundo. Ni queriendo se puede dejar más campo abierto por la derecha, en la defensa de la nación y en el sostenimiento de los valores tradicionales. En Feijóo no se encuentra ningún cuestionamiento a la ideología socialista de fondo, pero sí un derroche de comprensión hacia Chaves y Griñán, una pasión ciega por la Agenda 2030 y un desprecio soterrado a la base sociológica que le vota.

Si Ciudadanos desaparece, su mensaje de centro lo puede enarbolar perfectamente un PP encantado de ocupar ese espacio. Si Podemos se diluye, el PSOE se pondrá morado con sus bolsas de votantes. Pero ¿dónde irán los millones de votantes de Vox si este partido enmudeciese? Quizá los analistas, más aficionados a las estrategias envolventes que a los principios firmes, estén minusvalorando mucho el factor humano del votante con ideas arraigadas.

Cuando no hay ningún partido político en España que hable a los españoles de lo que padecen en primera persona del plural y también del singular, Vox tiene (…) mucho margen de crecimiento

Lo que no obsta para que en sus artículos haya críticas perfectamente reciclables. Vox tiene una oportunidad de oro en las municipales que se avecinan para ganar capilaridad en el territorio nacional. Le vendría de maravilla acceder a la gestión en ciudades y pueblos importantes, para demostrar capacidad de gobierno, para reforzar su imagen institucional y para ir abriendo el abanico de liderazgos locales. Tampoco se pueden perder oportunidades de influir directamente en el gobierno, como se está haciendo en Castilla y León y como no se hizo en Andalucía en la anterior legislatura, cuando se pudo. Ese votante convencido, que es el que se tiene, ha de palpar la eficacia de su voto. También es verdad, como advierten, que Vox tiene que concretar sus propuestas y que éstas respondan a las inquietudes y necesidades de lo que el electorado conoce de primera mano. El director de Disenso, Jorge Martín Frías, hacía una apelación muy bien apuntada al realismo y al sentido común.

«Todo el mundo es conservador en aquello que conoce de primera mano» reza la primera ley de la política de Robert Conquest. Cuando no hay ningún partido político en España que hable a los españoles de lo que padecen en primera persona del plural y también del singular, Vox tiene (obsérvese que Conquest dice «todo el mundo») mucho margen de crecimiento. 

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