«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La Hipocresía de Europa

13 de enero de 2015

El primer aviso llegó con Salman Ruhsdie cuando, tras publicar sus “Hijos de la Medianoche” y sus “Versos Satánicos”, recibió una fadtwa o edicto de muerte por parte de los imanes iraníes que le obligó a esconderse durante años para evitar que algún creyente iluminado lo asesinara. Hay sectores muy radicales en el islamismo, como los salafistas, los talibanes y los de Al-Qaeda  todos “yihadistas” (partidarios de la guerra santa) capaces de martirizarse con tal de eliminar a algún infiel sacrílego de la corteza de la tierra. Debemos tocar madera antes del próximo descalabro. La equivocación de Ruhsdie sin embargo existía al considerar a las religiones como simples “ideas” susceptibles de ser criticadas por otras “ideas”. Al margen de la brillantez de su discurso, la verdad es que las religiones son mucho antes sentimientos que simples ideas. Los misterios de las religiones, sus dogmas de fe, su esperanza de vida tras la muerte, constituyen códigos irracionales llenos de persuasión y de un encanto muy emocional que supera de largo los discursos del “pienso, luego existo”.

Fue precisamente un francés quien inventó el “Racionalismo”. Se llamaba Descartes y junto con Spinoza declaró a la “diosa Razón” como origen de todo conocimiento. En consecuencia, se abría la puerta a todos los movimientos laicos y todas las tendencias anti-religiosas de la Europa contemporánea. Por supuesto hay un quinto mandamiento- “No matarás”- que debe ser siempre respetado y, por tanto, quienes lo incumplen carecen de cualquier sistema religioso que los respalde, incluido el Corán que dice explícitamente que la muerte de un ser humano es un crimen contra la Humanidad. De modo que el espantoso crimen contra los autores del “Cherlie Hebdó”, merece la repulsa de cualquier creyente sea cristiano o musulmán.

Lo que resulta, sin embargo, paradójico es la inmensa hipocresía de  toda Europa y de todo Occidente señalando que se trata de un “crimen contra nuestros valores”. Ya que somos poseedores de un valor tan importante como la “Libertad de Expresión” diremos que somos muchos quienes consideramos los valores de Europa como una “doctrina inferior” al lado de las religiones orientales. Hay en el budismo, en el hinduismo, en el sintoísmo e incluso en mahometanismo muchísimo más respeto a los valores de la vida de hombres, animales y cosas que en todas las constituciones neo-liberales, incluida la de Estados Unidos, que es la única verdadera. Para valores humanos ya tenemos a Rabindranath Tagore o a Krisnamurti que superan con mucho a la Revolución Francesa, con su guillotina, o al capitalismo salvaje con sus bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.    

En un país como el nuestro en que se prohíben las manifestaciones ante el Congreso de los Diputados, se prepara una ley “mordaza” y se trata de prohibir el “piropo” como un acto machista o se pretende condenar a una persona por el uso de la palabra “choriza”, declararse partidarios de la “Libertad de Expresión” es algo que supera los límites de la grandilocuencia. Rajoy iba, por eso, con el paso cambiado, en ese desfile de la victoria lleno de “charlies” descerebrados.

Precisamente esas restricciones nos hacen ver que la sensibilidad ante la crítica está a flor de piel de algunas entidades especialmente irritables. Y así como a las personas que nos llamamos cristianos nos duelen ciertas obras famosas de teatro y de cine que se ríen de la pasión de Jesucristo y son muy aplaudidas por los laicos, luego nos rasgamos las vestiduras cuando, tras al menos seis portadas del “Charlie-Hebdó·” que se han publicado ridiculizando a Mahoma, unos fanáticos bárbaros han atentado contra ellos interpretando esas burlas como un sacrilegio. En algunos tiempos pasados a los marineros que blasfemaban se les cortaba la lengua en los  barcos de sus Majestades.

Cuando Francia intentó ser revolucionaria por segunda vez se inventó la expresión “épater les buorgoises” que consistía en decir y hacer todo lo que fastidiase a la clase dirigente de Paris. La política de “Charlie-Hebdó” ha sido exactamente la contraria: “épater les mousulmanes” es decir, atacar a los más pobres y desfavorecidos de los barrios de Paris en donde viven hacinados y despreciados los antiguos defensores de la

“Argelie Francese” que fueron retirados de allí tras la derrota de los“piede noirs”. Nada ocurre por casualidad y, al tiempo que deploramos la muerte de unos fantásticos periodistas del humor, debemos condenar los rostros apenados de tantos y tantos hipócritas que recurren a “nuestros valores” para instrumentalizar el odio a quienes supuestamente no los poseen.

Si algo es despreciable en esta instrumentación de las conciencias es el juego a la divina hipocresía bajo la que se amparan todos los desafueros internos a esa “Libertad de Expresión” que nuestros políticos tanto afirman defender.

Terminado el espectáculo hora es de que reflexionemos en todo lo que estamos haciendo mal y qué límites no tenemos que transgredir para humillar a quienes no piensan como nosotros. La buena educación es el verdadero valor que inicia el lema bajo el que deberíamos defender esos valores mancillados: “Igualdad, Libertad y Fraternidad”.

 

 

 

 

        

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