«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El horizonte político

9 de junio de 2016

Llevaría mucha literatura explicar cómo y porque hemos llegado a la disyuntiva en que se encuentra la sociedad española en estos momentos y sobran tratados al respecto. Lo que tenemos claro, resumiendo, son dos cosas: una, no ha sido una casualidad, y dos: ha sido más por inercia y pasividad de las instituciones y personas que por la acción del contrario.

El estudiar e intentar explicar el pasado sirve, teóricamente, para aprender y no repetir los mismos errores, pero en este momento de nada nos sirve su análisis,  pues estamos metidos en el medio de las consecuencias de errores ya cometidos.  El karma, que dirían los hindúes, es implacable y habrá que purgarlo.

En cuanto al primer punto, evidentemente, no estamos en esta situación por casualidad: hemos cultivado la ausencia de debate ideológico y territorial desde la misma llamada “transición”: por miedo, complejos o simple ausencia de ideas o convicciones, un egoísmo colectivo,  que apela únicamente al “dialogo” como forma suprema de convivencia, negando la existencia de fuerzas poderosas desintegradoras siempre presentes en toda sociedad humana en todas las épocas.

Se ha procedido irresponsablemente, en nombre de una idea sacralizada de  “democracia”, palabra “talismán”, que repetida hasta la saciedad, acaba perdiendo su propio sentido, cuando simplemente es una forma de gobierno que ha de ir acompañada de otros principios, para neutralizar las corrientes destructivas en el seno de la nación, en su nombre a han aceptado todo tipo de ideologías en el juego político.

Se ha hecho o por inconsciencia y falta de objetividad o por pura comodidad política, de todos los partidos y sus dirigentes, para evitar enfrentamientos y conflictos, cuya solución hubiera pasado necesariamente por el uso de las atribuciones del poder. Se han ido desmantelando todos los mecanismos de coerción y fuerza que una nación o estado disponen para mantener su estabilidad y coherencia interna. Las consecuencias las estamos viendo ahora al cabo del tiempo.

En cuanto al segundo punto, es evidente que aquellos grupos, los que buscan el dominio y el control de la sociedad por medios distintos a los convencionales, personas constantes e inteligentes estratégicamente,  han ido ganando terreno en todo los sectores, poco a poco: en las universidades,  en los medios de información, en la comunicación de masas,  a través de “ideas consigna”, aparentemente loables, entre la opinión pública, poco a poco han ido erosionando las estructuras de nuestra sociedad, es la archiconocida táctica de Gramsci o Luckacs.

Tal dejación se ha superpuesto a una opinión pública manipulable, no sofisticada política ni económicamente,   poco reflexiva, ideológicamente imberbe, un país en el que la tradición parlamentaria es limitada, con un carácter idealista utópico muy arraigado,  con tendencia al extremismo, visceral…No podemos olvidar que en España quienes más tirón han tenido siempre, han sido los anarquistas nunca los comunistas. ¿Por qué? Esa es un tema de estudio mucho más amplio, y cada cual tendrá su opinión, digamos que la geografía, el clima, la historia y cien factores concomitantes, forjan a los pueblos de una manera u otra, a la larga, pero eso ahora no importa, el hecho es que el pueblo a pesar de sus diferencias es así.

Hacer una campaña electoral en clave racional, personalmente no solo no tengo nada en contra, sino que incluso estaría a favor,  en este contexto nacional, siendo realistas, viendo el panorama,  es obvio que tal discurso no motiva lo suficiente como para obtener aquellos votos que se buscan para poder gobernar. Una vez en el gobierno que se haga lo que haya que hacer, que es lo que acabará sucediendo, las variables en este mundo interconectado y dependiente son mínimas, salvo que se decida romper la baraja y condenarnos al suicidio colectivo. No se me tilde de cínico, sino de práctico, con objeto de evitar desastres previsibles.   Un partido político, como todo vendedor de ideas, debe apelar igualmente a las emociones, sentimientos,  principios ideológicos,  con pasión y convicción, afirmar aquello en lo que se cree y a lo que se aspira, no sentir vergüenza de los propios ideales y forma de entender la vida, aunque eso suponga enfrentamientos…y mantenerlos.

Tan incivilizado es no hacer alarde de nuestras ideas y triunfos a lo largo de la historia, como eliminar inmisericordemente a quien no las comparta… Pero eso no supone transigir como si todos fueran iguales…porque no lo son. Evitemos que al cabo de unos años se diga “¿Quién lo iba a pensar…?”   

 

Desgraciadamente, visto lo visto, se han olvidado principios básicos de psicología y sociología humana, hay cuestiones que no se pueden corregir en meses, decía un viejo amigo, que para tener un hijo no sirven nueve mujeres en un mes, basta una, pero hay que esperar nueve meses, hay cuestiones que llevan su tiempo, algunas, años, lustros, generaciones, creo, que hechas las primeras premisas, si lo que nos ocupa es el futuro, creo que el choque va a ser inevitable, roguemos que sea lo más breve posible.

.
Fondo newsletter