Cada año por estas fechas firmo en The American Spectator un artículo especial con el que se otorgan los Premios al Idiota del Año. He terminado hace unos días la lista de idiotas del 2024 y, después de ver este miércoles al Gobierno en el enésimo intento censor, he pensado que es buen momento para inaugurar la versión española de estos célebres galardones, por si el año que viene nos cancelan la fiesta y nos quedamos con los idiotas, pero sin los premios.
La de 2024 será recordada como una de las mejores cosechas de idiotas de la historia de España. Es raro, por no decir que sigue vacante el puesto, el caso del tipo que logra revertir su idiotez. Y, sin duda, lo que mejor caracteriza al idiota español es la exhibición orgullosa de su bobería, lo que Antonio Burgos llamaba «tonto con balcones a la calle». He aquí, en fin, la lista de nominados. Acepto votos y nuevas candidaturas en X y prometo revisar uno a uno cada caso, por si se me hubiera escapado algún pez gordo del arte de la estulticia nacional:
José Luis Rodríguez Zapatero, novicia bolivariana
Cuando era presidente pensábamos que no era el lápiz más afilado del estuche. Más tarde desapareció y se hizo rico, y entonces creímos que sería malo, pero no tonto. Ha reaparecido, figura en todas las salsas, y —aquí está el problema— no ha dejado de hablar: al bobo se le conoce siempre al abrir la boca. Solemne.
Álvaro García Ortiz, alfombrilla de ducha de gasolinera de carretera nacional en desuso
Hay babosas ibéricas comunes que caminan más erguidas que el Fiscal General del Estado en estos momentos.
María Jesús Montero, xiqui
Estupidez y grosería son vasos comunicantes. Cuando habla, suena como si arrojas una canica de plomo por un túnel de hojalata. Termina el año y, pese a los esfuerzos, los científicos no han logrado encontrar vida inteligente ahí dentro.
Félix Bolaños, agente de la TIA
Él no lo sabe, pero acabará en el sumidero de ex confidentes de Sánchez, como Redondo o Ábalos. Siendo el tipo más listo del Gobierno, se comporta como un perfecto imbécil, y lo hace en conciencia. Además ahora ha aprendido a vociferar en el Congreso. Quizá pasa demasiado tiempo con Montero y todo se pega. Tendrá triple pena en el infierno de los traidores.
Borja Sémper, pesadilla en el parque de atracciones
Siempre que tiene la oportunidad de callarse, la desaprovecha. Sería el verso suelto, como pretenden en el PP, si en efecto fuera un verso y estuviera suelto. Pero Sémper no es un verso, sino un accidente gramatical, y no puede estar suelto, porque hay mil semperes en el PP agarrados de la mano.
Yolanda Díaz, nueva rica
La Yoli quería ser portada del Times y terminará, con suerte, en portada de El Jueves (y pagando).
Pedro Sánchez, payaso de la tele
Sabe que tiene que irse. Sabe que, junto a su mujer, su hermano, sus amigos, familiares, y demás, está hasta el cuello de fango. Pero la estupidez ciega. Un pronóstico: nunca se arrepentirá tanto de algo como de no haberse montado en 2024 en el Peugeot 407 y salir corriendo hacia República Dominicana.
Santos Cerdán, el carrito del helado
Cuando tienes aspecto de desenvolverte mejor en los puticlubs que en un parlamento, quizá es buen momento para cambiar de sector, aunque sean sectores análogos.
Ernest Urtasun, descolonizador
Cómprate un traje y un peine. Lee un libro gordo. Deposita lentamente tu wokismo en el suelo y sal con las manos en alto del Museo del Prado. Y lávate la boca antes de hablar de la historia de España.
Antonio Maestre, cansino nivel el tipo de la operadora que te llama cada día a las 15.00
Lo admiro porque tiene que ser extenuante estar 24/7 defendiendo ideas de otros. A menos que no tengas ninguna propia.
Juanma Moreno, duro de plástico
Esa sonrisa exudante de almíbar al presidente más traidor de la historia de España echa por tierra todo el trabajo de oposición que pudieran estar haciendo Feijoo —rara vez—, Cayetana, Ayuso o Tellado. ¿Facción del PP? La que se le hace el culo pepsicola si un progre le guiña un ojo.
Pedro Almodóvar, mujer al borde de un ataque de Sánchez
Está demasiado enamorado de Sánchez. Esa película no puede acabar bien.
Silvia Intxaurrondo, activista
Recuerdo con nostalgia cuando la gente decía que Alfredo Urdaci era un propagandista de Aznar, porque un día dijo «ce ce o o» para descojonarse de los sindicalistas.
Ana Redondo, manirrota
Que a día de hoy todavía no haya entrado Igualdad a estudiar las denuncias del despilfarro de la Ley de Violencia de Género recopiladas por Contra el Borrado de las Mujeres, es motivo suficiente como para que se vaya, y cierre el ministerio al salir. Recordatorio: se está gastando dinero de protección a mujeres maltratadas en hacer talleres de chotis, conciertos del orgullo trans, y jornadas en Homenaje a la Vagina.
María Guardiola, menos luces que un barco pirata
El perfecto ejemplo de que «somos el partido que más se parece a España» ha mutado a «somos el partido que más se parece al PSOE».
Carles Puigdemont, demodé
Las bravuconadas del experto en maleteros son muy 2018, pero ahora mismo suenan como si Vivaldi resucitara e intentara componer trap en euskera.