Ya decía mi madre, pozo de sabiduría, que a los locos nunca les da por fregar escaleras o, en su defecto, por darse con un martillo en las partes más sensibles de su anatomía. El hombre de los pendrives de Bárcenas –ese tan berlanguesco, vestido de cura, a diferencia de los curas–, claro, ha resultado ser un loco. Se lleva mucho, por ser una explicación que nos tranquiliza aunque no explique.
Disculpen si no descorcho el champagne. No me juzguen si no saco las serpentinas leyendo a Botín decir que el dinero está entrando a espuertas en España o al Gobierno anunciar solemnemente alegre que “la recesión ha muerto”. Entiéndanme: no dudo que el dinero esté entrando ni que España haya crecido un 0,1%, sea lo que sea que quiera decir eso. Es que hace tiempo que la macroeconomía no me sirve para maldita la cosa, y el problema que tenemos no es el PIB. La macroeconomía es una cosa muy curiosa. Son números muy grandes, inabarcables para el común, basados en unas estadísticas inaccesibles para el hombre corriente, con todas las posibilidades de manipulación y simplificación. “Cinco euros la hora y, si no te gusta, ya sabes dónde está la calle”, me ha llegado esta semana, cosas de casa. Este, ¿ven?, no se ha enterado de que España vuelve a ir bien.
El Papa ha decidido apartar provisionalmente de la diócesis alemana de Limburg a su obispo Franz-Peter Tebartz-van Elst que, leo, gastaba mucho y presumía de ello como un sindicalista entre amigos. Sí: mucho, mucho. El episcopado alemán lleva décadas en rebeldía frente a Roma. Lo que viene del Vaticano –lo que responde a dos mil años de tradición y magisterio– no se acata y los prelados se pasan por el forro las enseñanzas de la Iglesia en multitud de asuntos, empezando por la Humanae Vitae, lagarto, lagarto. Juan Pablo II no cesó a ninguno, ni su sucesor. No quiero pensar en qué hace más daño a la Iglesia, pero no puedo evitar saber qué es más mediático.
Los estudiantes están “en lucha”. Soy bastante mayor, pero ya era pequeño y los estudiantes estaban, ejem, “en lucha”. En mi larga vida jamás he conocido un estudiante angustiado ante la idea de que no le expliquen el imperativo categórico kantiano o la recta de Simson. Con ganas de montarla, en cambio, he conocido legiones. Oído en el metro: –“¡Tío, mañana empieza la huelga contra estos cabrones!” –“Sí, tío, va a ser total. Oye, y eso de la Lomce, ¿tú sabes de que va?”
–“Ni puta idea, tío”.
Disonancia cognitiva: toda la vida oyendo que “la violencia no consigue nada”, toda la vida comprobando que sí. Si matas a un hombre eres un despreciable delincuente; si matas a muchos, ya eres alguien con quien negociar, alguien respetable para el poder. No hemos avanzado mucho en esto, a pesar de toda la retórica. ¿No está de acuerdo, le parece una barbaridad? Este domingo tiene una oportunidad para demostrarlo.