Guerra abierta en el Partido Popular valenciano por las candidaturas de mayo. Y es que la estrategia de los aspirantes a suceder a Alberto Fabra al frente de la candidatura del PP a las elecciones autonómicas, encabezados por el aún vicesecretario general del PP, Esteban González Pons, de convencer a Rajoy de que con Valencia no hay nada que hacer y, por tanto, se puede cambiar de candidato, podría haberse dado de bruces con la realidad de una encuesta internas, encargada por la séptima planta de Génova 13,que refleja que la por sus enemigos anunciada debacle electoral podría ser mucho menor de lo pensado. Así, en la última prospección y pese a la que está cayendo, los populares recuperan, a 8 meses de los comicios, entre 7 y 8 puntos en intención de voto, lo que supondría ganar las elecciones, aún lejos de la necesaria mayoría absoluta. Empero, atrás queda el temido 28%, que supondría el peor resultado del PP en décadas. Algo que parece satisfacer a la Secretaria General, María Dolores de Cospedal, quien en privado manifiesta su apoyo al actual mandatario, quien esta semana se descolgaba en los medios asegurando tener el apoyo del presidente del PP, Mariano Rajoy. Con permiso de Soraya.
Puestas así las cosas, Fabra junto a sus pocos fieles, se resiste a tirar la toalla y parece dispuesto a dar una batalla en la que los enemigos son muchos. Alguno de estos, con importante cargo público en la Comunidad Valenciana, habría incluso visitado esta misma semana a Mariano Rajoy en Moncloa, dossier en mano. Contra la secretaria autonómica de organización de Presidencia. Y es que Esther Pastor, la fiel y bella aliada de Fabra, es el objetivo a batir estos días por aquellos inmersos en una operación de acoso y derribo del presidente. Desde su llegada junto a él desde la alcaldía de Castellón, en la que trabajó diez años de su vida, es quien ha impuesto con su frenético ritmo de trabajo –no para un momento- patas arriba el Palau y se ha erigido en el sostén político del actual gobernante. Aún no se han olvidado las imágenes filtradas por sus enemigos, más cercanos de lo que muchos creen, hechas en el interior del Palau.
La rebelión, quién sabe, podría comenzar bien pronto en Alicante, en donde Sonia Castedo es ya cadáver político a cuenta del “caso Brugal” y que es el sitio en donde siempre comienza todo lo relativo a los populares de la Comunidad Valenciana. Ciscar podría encontrarse con una espontánea petición de elecciones primarias para designar los candidatos de la provincia. Algo que, con los tiempos que corren y teniendo en cuenta que el PP necesita movilizar a todo su electorado para llegar a la ansiada –y parece que imposible- mayoría absoluta, sería difícil de negar.
Así pues, patio más que revuelto en Valencia. Casi como en Madrid. Pero eso se lo cuento otro día.