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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Inacción policial

1 de diciembre de 2014

La brutal batalla campal vivida en Madrid el pasado fin de semana en las inmediaciones del estadio Vicente Calderón sólo puede explicarse en clave de dejación de responsabilidades por parte de los responsables policiales, políticos y también, como no, futbolísticos.

Es inaudita la rueda de prensa dada horas después de la tragedia por los dos responsables de los clubes afectados, en la que tan sólo se trató de dejar constancia de que las dos sociedades deportivas estaban  completamente al margen -faltaría más- de lo ocurrido. Como si doscientos energúmenos allí citados para partirse la cara lo hubieran sido por casualidad o porque pasaban por allí. Se impone una seria reflexión en algunos equipos y seguir el ejemplo, sólo en ésto, de Joan Laporta, que acabó con los ‘Boixos Nois’ en Barcelona y no ocurrió absolutamente nada. De igual manera que Florentino Pérez terminó con los ‘Ultras Sur’.

Siendo ésto inaudito, más lo es que el partido fuera calificado como de ‘bajo riesgo’, no existiendo una mínima dotación policial en las inmediaciones del estadio -a la vista está- que pudiera haber servido de contención en los primeros minutos de la trifulca hasta que hubieran llegado los refuerzos pertinentes.

Es obvio que los únicos responsables de la muerte de uno de los ultras que participaron en la multitudinaria reyerta son los propios salvajes que durante una hora sembraron el pánico en Madrid-Río. Pero es inconcebible la inacción policial, justificada en que los violentos ‘no se habían citado por las redes sociales’, lo que hacía imposible su detección. Y que los miembros de los ‘Riazor Blues’ se fueron a Lugo a alquilar los autobuses, de lo que debemos inferir que en Lugo… ¿no hay policía? Es decir, que las Fuerzas de Seguridad del Estado reconocen que los aficionados fueron más listos que ellos. Con ser grave ésta falta de atención previa por parte de los servicios de información de la Policía Nacional, tan diligentes en otras embajadas, lo es más aún el hecho de que iniciados los incidentes, las fuezas del orden tardaran más de media hora en aparecer. Como si allí no estuviera pasando nada. Tal vez es que los vecinos del Paseo Virgen del Puerto no les llamaron. Ahí debe estar la clave, dicho sea con toda la ironía, como es natural. En las últimas horas ya reconocen un ‘error en cadena’. Ha debido ser una cadena enorme. Es inconcebible que una de las zonas de recreo por excelencia de la capital de España como es Madrid-Río fuera tomada durante casi dos horas por una horda de bárbaros sin que únicamente aparecieran -durante unos minutos que para cualquier ciudadano desprevenido que pasara por allí debieron ser eternos- algunos efectivos de la policía municipal.

Antes de abrochar ésta columna debe hacerse una mención especial a la vomitiva nota del Bloque Nacionalista Gallego que, en la mejor escuela batasuna, emitió un apresurado papel en el que condenaba los hechos, faltaría más- pero los presentaba como una salvaje agresión por parte únicamente de la ‘hinchada ultra del Atlético, muy violenta con las aficiones de las nacionalidades históricas del Estado español y pese a los antecedentes de agresiones a aficionados del Deportivo en los desplazamientos a la capital’. Algunos políticos no desperdician una sóla ocasión de sacar partido, incluso de la muerte y de las más bajas y miserables pasiones humanas. De la portada de un diario catalán que titula su edición del lunes, en grandes caracteres, ‘crimen ultra en Madrid’, mejor ni hablamos.

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