«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

De Invictus a Fostiatus

13 de febrero de 2015

Su nombre no es Máximo Décimo Meridio, comandante de los Ejércitos del Norte, jefe de las Legiones del Rin, vencedor de los temibles germanos que, traicionado por el césar Cómodo, juró alcanzar su venganza «en esta vida o en la otra», en la memorable película Gladiator. No, no se llama Máximo Décimo Meridio. Se llama Tomás Gómez y las cicatrices que marcan su historial no son producto de la épica de la guerra ni de los combates en el Anfiteatro. Las cicatrices de Tomás Gómez son producto del albañal de corrupción municipal en el que chapoteó durante años como comandante de la tropa socialista en el ayuntamiento de Parla. Y ahora que las Legiones de laUDEF de la Guardia Civil vienen a buscarle, sus compañeros lo entregan para tratar de sobrevivir ellos tras las próximas batallas electorales que amenazan con dejar los campamentos del PSOE como Escipión dejó Cartago, en ruinas y sembrada de sal.

Tomás Gómez, que se kultiva mucho en el gimnasio, se creyó Invictus mientras se miraba al espejo marcando pectorales, abdominales y dorsales con una mancuerna en cada mano. Como todos los generales romanos invictus, el pobre Tomás Gómez quiso dejar huella imperecedera de sus ignotas hazañas en su pequeña roma de Parla. No construyó un acueducto, ni un templo ni un foro. Construyó un tranvía perfectamente prescindible que, al parecer, llenó con el embutido de referencia de la charcutería hispana: el chorizo. Tanto chorizo cargó en el tranvía de Parla que los pretorianos de la UDEF están investigando un sobrecoste de 41 millones de euros que la tropa municipal socialista debió creer que era el derecho de botín, de pillaje y de saqueo con el que los romanos, padres del Derecho, financiaban sus campañas, militares y electorales, sus villas en el Palatino y sus gastos cotidianos.

Bueno, pues el pobre Tomás Gómez acaba de pasar del épico invictus, que nunca fue, al macarrónico fostiatus, que realmente es, porque el césar socialista, Cómodo Pedro Sánchez, le ha echado a los leones por recomendación de los pretorianos de la UDEF, que le han enseñado las escandalosas cifras del tranvía de Parla junto a los nefastos augurios de los oráculos electorales, cuya inevitable combinación amenaza con reducir el imperio socialista hispano a las dimensiones de la Aldea de Astérix, pero sin poción mágica. Esperemos que desde las mazmorras del Circo de Parla, que es donde Cómodo Sánchez, ha enviado al fostiatus Invictus, Tomás Gómez entienda por fin la consigna y el credo militar, político y humano de Máximo Décimo Meridio: Fuerza y Honor. Porque de las dos cosas andan escasos en los campamentos del PSOE y en los castros del PSM. ¡ Ave César, morituri te salutant ! 

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