Recientemente, en una conversación literaria, Fernando Savater comentaba, “hay días Kafka y hay días Agatha Christie” a lo que Javier Marías le respondía, “hay días que sales a pasear acompañado por D’Artagnan y otros por el rey Lear”. El sábado, contra el Rayo Vallecano, salimos con Dante de la mano. Cada gol de los de Jémez era ir sumergiéndote en los nueve círculos encadenados del infierno. La tarde era una progresiva intensificación de los tormentos. Miren la carita de terror de Modric, enmarcada entre sus manos, tras el 2-0. Modric ha reactualizado El Grito de Munch, hasta en eso es puro arte. El inicio madridista fue de tortura china. Cada vez que se plantaba el Rayo ante Navas era como si me clavaran un palillo bajo las uñas. No tanto por el gol que subía, más por el desastre que se avecinaba. Un sindiós. Estaba escrito: nubes negras que cumplieron promesa de lluvia; las indigestas cuatro de la tarde y la megafonía de los ‘rayistas’, la muerte a pellizcos. La jaqueca de los nubarrones ya se te había agarrado a las sienes y aparece un ‘Horacio Pinchadiscos’ vallecano que termina por dejarte noqueada, como atragantada por un tripi con el verde del césped haciéndote efectos psicodélicos. Definitivamente, el de la megafonía es parte de la estrategia del KO Jémez. Suerte que lo de este entrenador siempre termina en ‘bluf’.
Pero como en la Parábola del Náufrago, siempre se puede estar peor. Lo de Isco y Jesé ¿por qué? Florentino, desde aquí te lo digo, si ves que no tienes tiempo tú, ya paso yo mañana con el coche para llevarles al aeropuerto, que bajen con el pasaporte y las maletas, que ya les facilito yo el rumoreado destino a Inglaterra. Isco y Jesé conectan tanto en este equipo como un vegano en la Fiesta de la Matanza del Cerdo en Paterna del Madera. Y esa prensa aún empeñada en auparles. No olvido aquel comentario: “Ancelotti le debe un partido a Jesé”. Ya vemos las consecuencias de tener padrino. Imagino a Cristiano Ronaldo en plan ‘conversaciones Sabadell’ con Jesé a lo Pavese. Ese Jesé: “Si tú eres tú, eso significa que yo soy yo, lo cual quiere decir que no sé qué hacer de mí”. Dentro de unos años en Wallapop: botas de Isco o Jesé en puja junto a un cuadro de Cecilia, la autora del Ecce Homo de Borja. Efectivamente, Cecilia ganará siempre. Fontanarrosa decía que dos razones lo habían alejado del estrellato deportivo: la primera, su pierna izquierda; la segunda, su pierna derecha. Ay, si estos chicos leyeran más. Ay, si Isco se pusiera a centrar como si no hubiera un mañana y se dejara de virguerías. ¿Y lo de Jesé y Benzema por la izquierda y el resto desasistido? Desesperante. Mientras el Madrid seguía en plena pájara del Mortirolo yo me preguntaba como en las Catilinarias: ¿Hasta cuándo abusarán de la paciencia nuestra estos Iscos? Pero como sólo el tedio mueve las nubes, que decía Francisco Umbral, despertó el sol y Zidane tuvo que empezar a desnudarse para arreglar aquello. Yo empecé a fantasear, no piensen mal, con que el francés se vestiría de corto y saltaría al campo ¡volvería el futbolista Zinedine! Falsa alarma, sólo arrojó el chubasquero al banquillo y se enfundó el abrigo. Lógico, ese chubasquero era como largarte a hacer senderismo al polígono, era la hora de la seriedad, de la solemnidad de las grandes ocasiones, porque con la cualidad marmórea, como esculpida, de su cráneo ya contamos que intimida. A partir de ahí, recital. De Bale, claro. No os voy a repetir los incontestables números del galés. Cuando buscas en la enciclopedia ‘productividad’ y ‘rendimiento’ te aparece la imagen del de Cardiff. Rezo cada noche para que ni oiga ni lea nada de las absurdas críticas que esparcen, con muy mala milk, algunos medios. Recuerdo cuando Fernando Fernán-Gómez afirmaba que el pecado nacional de los españoles no es la envidia, sino el desprecio, el desprecio de la excelencia. “Quien envidia desearía escribir las 1.200 páginas del Quijote”, contaba Fernán-Gómez-, “quien desprecia es el que dice: “Pues, chico, yo he leído treinta páginas del Quijote y no es para tanto”. Bale terminará hasta las narices con razón y dirá como Germán Coppini, el que fuera líder de Golpes Bajos, “estoy harto de ser el traidor de la movida”. Entre unos y otros van a acabar con mi salud, al término del partido yo había envejecido diez años de golpe.
Por su parte, el Atlético de Madrid tampoco anda fino, pero gana. Correcto, pero ya empezamos con las tretas argentinas. Ya vuelve el villano Simeone. Como el Long John Silver de Stevenson juega constantemente con las apariencias: con esa irreparable calvicie –la cojera del pirata- que le hace tan vulnerable y sus comentarios histriónicos te lleva a confiarte, pero no dudará en clavarte un cuchillo por la espalda ergo ese balón echándole la culpa al chico recogepelotas. Tócate las ídem. Si el niño hubiera lanzado el balón por su cuenta no queda del chaval ni un pelo en su sitio. Bueno es El Cholo… ¿El Barcelona? que sigue jugando con doce, así que no voy a perder el tiempo. El martes el Real Madrid tiene cita en Manchester. Nos espera un viejo conocido, Pellegrini. Se me antoja como aquella sombra en Hamlet cruzando por el castillo de Kromborg. Brautigan contaba que siempre quiso escribir un libro que terminase con la palabra mayonesa. Mientras nuestro capitulo ‘Semifinales’ no termine con la palabra empanada…