«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

No se puede jubilar al talento

8 de julio de 2014

“Viejos y jóvenes, todos estamos en nuestro último viaje” R.L. Stevenson

Un estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la colegiación y la jubilación de profesionales en el ámbito sanitario arrojaba una serie de conclusiones que afectan directamente al Sistema Nacional de Salud (SNS) y que nos preocupa enormemente.

El Foro de la Profesión Médica estima que en los próximos 15 años se producirán cerca de 44.000 jubilaciones. En la actualidad, el 37 por ciento de los médicos españoles supera los 50 años. Sólo hasta 2025 se jubilará a la mitad del colectivo. Si las comunidades mantienen este ritmo hasta 2040, esta reducción de la fuerza laboral provocará que el número de médicos por habitante descienda por debajo de la media europea. 

A este factor de pérdida de profesionales sanitarios se suma el bajo nivel de reposición de jubilados que no hace más que acrecentar el riesgo desabastecimiento de médicos. Esta situación está empezando a afectar a los especialistas sanitarios, tal y como apuntan los colegios profesionales que citan los principales déficits en el marco de media docena de disciplinas que van desde la Pediatría, la Traumatología, la Dermatología, la Oftalmología, la Neurología y la Radiología, entre otras.

El problema de la posible escasez de personal sanitario no sólo afecta al ámbito de los médicos sino que también se extiende al de todas las disciplinas relacionadas con el cuidado de la salud.

Creemos, por tanto, que todos los poderes públicos deberían arbitrar nuevas medidas encaminadas a la conciliación del necesario equilibrio presupuestario de las administraciones, motivación principal por la que se arbitra la necesidad de la jubilación a los 65 años de los profesionales médicos, y la obligación de no perder el capital humano y el talento atesorado por estos profesionales sanitarios.

De ahí, que en el último Pleno del Cabildo de Tenerife, el Grupo Popular haya presentado una moción instando al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y a la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias a tomar en consideración alternativa para, de forma individualizada, atender el deseo de los profesionales sanitarios que pasados los 65 años deseen continuar en el ejercicio de sus funciones por ser imprescindible su presencia activa en el servicio público.

En estos momentos tan convulsos que nos ha tocado vivir por diferentes motivos es posible que el talento necesite más consideración que nunca. Hoy en día se sabe con meridiana claridad que una empresa, para tener tal consideración, además de bienes y servicios, ha de tener compromiso social (RSC) e implicación real en las necesidades de la sociedad que le ha tocado vivir.

El talento es algo más que la inteligencia, y generalmente viene relacionado con el peso de los años (la experiencia), y también –aunque no siempre- con la edad. Así como hoy los bienes de mayor valor en una empresa son los de carácter tangible, como sus edificios o maquinaria, también cobran importancia los intangibles, empleados y clientes y también el talento, que tiene un destacado lugar en el mundo productivo, económico y social.

Todos los países desarrollados lo son precisamente por mimar y cuidar el talento, un bien de incalculable valor del que no se debe ni se puede prescindir. Hacerlo sería una grave irresponsabilidad social y política. Es más, defendemos la idea de que es necesario combinar la juventud y la madurez, la vitalidad y la experiencia, para el buen funcionamiento de la sociedad. Como ejemplo sólo queremos reseñar que el doctor Miguel Cabanela, el cirujano ortopédico que operó al Rey Juan Carlos, tiene 73 años y lleva más de 40 vinculado a la medicina estadounidense.

Decía el dramaturgo español Jacinto Benavente que “muchos creen que tener talento es una suerte; nadie que la suerte pueda ser cuestión de tener talento”. De ahí que no podamos ni debamos jubilarlo con todas las garantías y el respeto que se merece.

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