Jorge Fernández Díaz tiene el buen corazón de ir a consolar a los pobres agentes de la Guardia Civil, la misma semana en la que van a dar suelta a uno de los asesinos de aquellas 10 víctimas de ETA (5 de ellas niños). Sí, hablo de aquel asesino que empujó el coche explosivo por la rampa, mientras veía a los niños jugar en el patio. Pero el ministro todo lo estropeó. Quiso discursear en presencia de los nobles picoletos. Y no se le ocurrió otra gongorada que leer un texto en el que venía a justificar la “saca de etarras” diciendo que salen junto a los indignos más indignos de la sociedad… ¡que también salen! Porque dentro de poco, en las cárceles de Rajoy sólo quedarán negritos vendedores de top manta. Sigue el ministro vendiendo que “hemos derrotado a la ETA”, a pesar de que en esa victoria, los únicos que celebran, son los etarras.
Number two, o segundo membrillo. Todavía resuenan los ecos de aquella primera rueda de prensa de Alberto Ruiz-Gallardón cuando le hicieron ministro (digo lo hicieron, porque no tenía otros méritos para ello). Decía con verbo encendido “el grado de politización de la justicia en nuestro país es intolerable”. Muchos pensaron que lo quería cambiar, esto es, devolvernos a ese momento de la transición en el que “se jodió el Perú” y los politicastros maniataron al sistema judicial, con nombramientos políticos. Han pasado casi dos años.
Hoy Alberto es repartidor de cargos con el denostado Antonio Camacho, aquel segundo de Pérez Rubalcaba al que llamaban los del caso Faisán. Esa cámara oscura negociadora –no hablo de julandrones– es donde se reparten los nombres, de los que luego dependerá el trato protector que dispensarán “a los tuyos y a los míos”. Quiero que la próxima mesa de pasteleo la dirija Wyoming, porque “¡es muy bueeenoo!” (Ruiz-Gallardón, dixit); que Ana Botella, represente al PP, y que Torrente, haga lo propio con el PSOE. ¡Risas garantizadas!
Luego hay un tipo que anda por ahí con una chapa que dice: “Fiscal General del Estado”. Se llama Eduardo Torres-Dulce, pero todos saben que en la Fiscalía mandan otros. Éste quiere que comulguemos con tremenda rueda de molino: Urdangarín y su esposa son tan iguales ante la Justicia como Diego Torres (su socio) y su esposa, por ejemplo. Como Torres-Dulce es cinéfilo, buscaremos un símil ad hoc tan imposible como que Cantinflas haga de galán en Jungla de membrillos IV.
Y para colmo, Aznar habla más que nunca. Con voz cansina, falta de energía, impropia de un líder de los abdominales y príncipe de las tabletas, quiere llevar a la cárcel al que celebre referéndums ilegales. ¿De verdad puso los pies en la mesa del rancho de Bush? ¿No sería un fake o un falso?.
En serio, no se quién maneja la nave, pero por favor no se olviden de darle cacaos al mono que tiene cara de listo.