Impresiona comprobar cómo trabaja el mundo mediático y corporativo norteamericano y, por extensión, mundial. Barack Obama y su banda decidieron que Joe Biden pasaba en 24 horas de su perfecto estado de salud oficial a la inhabilitación total y desahucio oficial. También concluyeron que no tenían otra opción que Kamala Harris.
Nada menos que Kamala, la ignorante y ordinaria metepatas Harris que ha hecho todo mal desde 2021, la que preferían esconder por incompetencia e impertinencia y cuya mejor aportación, como se decía y repetía por los mentideros del poder, era su ausencia. Procedente de una ciudad hundida en la miseria, en una California en estado catastrófico y conocida por un ascenso profesional cuyo mérito supremo era el salto de cama en cama de superiores casados, manida práctica progresista de promoción.
En pocas semanas, los medios en todo el mundo han creado una Kamala nueva cuya ordinariez ahora es gracejo, su impertinencia es simpatía, su ignorancia es frescura y su irresponsable radicalismo izquierdista de superpijaprogre se ha convertido en empatía social y serena responsabilidad por el bien común. Así la promocionan ya sin reparo quienes hace seis meses hablaban con espanto de la posibilidad de que a Biden le diera un pasmo y la ignorante tontiloca tuviera que sustituir en la presidencia al viejo senil y corrupto aunque sólo fuera de forma breve y transitoria.
Ahora Kamala Harris es de repente la presidente progre y además negra (nunca lo fue), creativa, intuitiva, ágil y con inteligencia emocional, generosa y compasiva pese a que no se le conoce un acto de donación y sí mil de aproximación interesada a personas de posición para la consiguiente rapiña de medro personal.
Este cambio total de persona en un mismo cuerpo lo pueden hacer verosímil, siendo la falsedad más rotunda, porque tienen el 90% de la maquinaria de comunicación e información de Occidente, pero sobre todo porque tienen desde hace décadas el 80% de la educación primaria y secundaria, y el 95% de la universitaria. Las élites, la corporativa, financiera, funcionarial y burocrática, entretenimiento y ocio, policial, militar y de seguridad y, por supuesto, la llamada intelectual y la política bailan al son del libreto de un comunista italiano, Antonio Gramsci, orquestado por la Escuela de Fráncfort desde hace ya más de tres cuartos de siglo. Desde entonces se vienen quedando todas las carteras que han ido robando a esos patéticos autoproclamados defensores de los valores occidentales que han sido partidos de los negocios, la indolencia y las conveniencias. Como tales han acabado entregados, adoptando lenguaje y mensaje del enemigo.
Esta realidad es la que hace aun más auténtica y colosal la gesta de un Donald Trump que podría estar tumbado en un yate en una isla griega y a sus 78 años se juega literalmente la vida por hacer frente a esa fuerza totalitaria que es resultado de casi un siglo de organización, criterio, estudio y militancia, y que ahora pretende el asalto total en todo Occidente. Y pese a su total superioridad en preparación, organización y medios, el globalismo como nueva forma de dominación socialista totalitaria no las tiene todas consigo. El fenómeno Trump les sigue aterrando pese a que han utilizado y utilizarán todos los medios a su alcance. Oprobio, cárcel o muerte son los destinos que le han prefijado. Y de los que de momento ha salido milagrosamente indemne.
Trump es un fenómeno muy norteamericano, pero refleja un nuevo estado de ánimo de rebelión contra el proceso totalitario de desmantelamiento de la civilización que se ha generalizado en todo Occidente.
Quienes han creado una nueva Kamala Harris en semanas son también los que quieren enterrar a toda costa a Trump. Enterrarlo en sentido literal.
Y en Europa pasa lo mismo. Los principales partidos del globalismo, que son el Partido Popular y el Partido Socialista, comprueban con alarma que sus planes del gran Estado europeo socialista y centralista que disuelva las naciones e identidades se enfrenta cada día a más resistencia. Como sucede con la invasión incentivada que desde África, Medio Oriente y Asia se ha desatado y los globalistas promueven y no frenan pese a la agresión brutal que supone para la seguridad y la forma de vida de las sociedades occidentales.
En todos los países surgen partidos soberanistas con firmes valores que desenmascaran a los partidos que cosechan votos de derecha para hacer política invariablemente de izquierdas en alianza con los socialistas. Como es el caso del Partido Popular en Bruselas. También en Europa los globalistas disparan. De momento no subiendo a un tejado a un francotirador veinteañero a volarle la cabeza al candidato. Pero sí con un acoso total, muchas veces ilegal y siempre violando sus propias reglas internas de funcionamiento institucional en los países y en la propia Unión Europea.
Ahí tienen en el Parlamento Europeo las sistemáticas violaciones de la Ley D’Hondt que celebran juntos populares, socialistas, verdes y comunistas. Todas las medidas de acoso contra los grupos Patriotas por Europa, Conservadores y Reformistas, y Soberanistas de Europa. O la ofensiva de censura contra las posiciones conservadoras con amenazas a las redes sociales por parte de la propia Comisión Europea.
Van a pasar muchas cosas y muy graves, y con seguridad no todas malas. Porque la situación creada por las fuerzas hegemónicas actuales es insostenible y ya agrede directamente a la integridad física y capacidad de supervivencia de muchas comunidades humanas en Occidente. El desprecio de las elites por el deterioro objetivo de las condiciones de vida en el mundo desarrollado y las cotas de sufrimiento en alza permanente en estas sociedades occidentales provocarán una reacción contundente y masiva que ya se intuye pese a su estado incipiente. Es momento de organizarse.
Ellos son capaces de organizar las más colosales mentiras como es gran ejemplo Kamala. A partir de la nulidad absoluta de una torpe y frívola mujer de carcajada obscena en semanas se han inventado y vendido una Kamala Harris inteligente, eficaz, informada, solvente y hasta elegante.
Quienes combatimos a esa peste del socialismo en todas sus perversas, miserables y criminales mutaciones tenemos de nuestro lado la verdad, la realidad terca e implacable y la autenticidad de nuestras motivaciones, criterios y objetivos. Ellos saben que con esas armas, si reunimos ilusión, esperanza y firmeza, tenemos nosotros todas las de ganar.