«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Keylor Navas y que se paren los pulsos

21 de marzo de 2016

No es cuestión baladí que siempre que está pasando algo trascendental en el mundo el Madrid está jugando su partido (hagan memoria). Ayer, mientras los de Zidane ajustaban cuatro goles en la mochila del Sevilla, Obama bajaba de su avión, bajo un gran paraguas negro, y pisaba suelo cubano para intentar dar un paso más a flexibilizar el actual inmovilismo (toma frase). Pero el encuentro interestelar no acaba ahí, Cayetano Rivera triunfaba en Valencia tras dos años fuera de los ruedos. ¡Cayetano! ¡y recibiendo a porta gayola! Ya decía Ortega (el filósofo, no el torero) que para saber cómo está España, tenemos que seguir fijándonos en los toros.  

Y de tradiciones clásicas el día iba servido, camino del Bernabéu ganas daban de recitar aquello del pregón de Semana Santa de Antonio Burgos (Los días del gozo): “¿Estáis puestos tíos de la escalera, novias del costalero, carritos de los niños chicos en las bullas, tizas de los mostradores, sobaduras de los zapatos nuevos del Domingo de Ramos?” y Zidane, enfundado en su abrigo (¡qué frío hacía en Madrid!), como el capataz de la Madrugá: “¡Aquí se viene a trabajar! El que no quiera, que lo diga!” En el calentamiento, Unai Emery recorría y miraba afanoso el césped del Bernabéu como buscando la vía, el canal que abriera las compuertas del gol como el zahorí que busca con ansia agua.

A la vez, los madridistas vivimos un momento de estremecimiento cercano a la tragedia cuando Marcelo arreó un pelotazo sobre Modric, hasta el defensa tuvo que acudir a comprobar que seguía vivo. Temí más que un romano en la caída de su Imperio. Comprobado que Modric seguía entero y con la cabeza y las piernas en su sitio Monchi, director deportivo del Sevilla, se ponía poético y decía cosas como, “tenemos compromisos importantes en lontananza”.

Benzema sí fue pura poesía. Pónganse el partido de nuevo y admiren ciertas maravillas que hizo con el balón. ¿Lo efectivo? el primer gol. El francés, centro de debates e incomprensiones varias en los últimos tiempos, nos regaló la primera alegría de la tarde trenzando una marsellesa más castiza que un chotis agarrao a la cintura de una mocita madrileña. Podría haberlo dedicado a Liberationes y demás con ese gesto de cerrar bocas con una cremallera, como Jorge Lorenzo a Rossi en el podio de Qatar, pero recordó, sabiamente, el consejo de Zidane “sólo tiene que concentrase en el fútbol”.

El medio campo y el ataque (seguimos obviando la defensa) con un maravilloso Kroos y un Casemiro magistral que parecía el capataz de una plantación de tabaco, parafraseando una antigua expresión de Hughes. Aún retumba en mi memoria aquel hosco titular de algún medio en el debut del brasileño, “Mourinho desprecia y se ríe de la cantera del Madrid”. En fin, el ojo clínico de algunos periodistas deportivos.

Con la BBC ya fantaseo para la Champions, ese sonido del balón contra la red como la llegada de la primavera llama a las golondrinas. Todo en orden. Por cierto, Cristiano Ronaldo, que sigue con sus aspavientos como el que quiere aparcar un Hummer en una callecita empinada de Cuenca,  ya ha alcanzado el moreno naranja Valentino o Begoña Villacís. Pantone habrá tomado nota. Pero la estrella fue Keylor.

Navas, al que durante la semana lo imagino encarnando un personaje de Amar en tiempos revueltos pero al que dan ganas de decirle, desplegándole una alfombra roja, “de todos los cafés del mundo, tuviste que entrar en el mío (felizmente, apunto yo)”, como decía Rick. El cancerbero, siguiendo su rutina, se persignó otras dieciocho mil cuatrocientas veces  haciendo bueno aquello de “quien cree no está solo”, que Benedicto XVI dijo en Ratisbona. Ágil, rápido, con esa plasticidad de las fotos de época estirando los brazos (¡y esa mano!), como meciéndose etéreo sobre el viento: “Siempre he tenido que luchar y esforzarme, nunca me han regalado nada y veo que las cosas hoy en día están saliendo bien”, declaraba prudente.

Mientras, Casillas, que sigue aburriéndose mucho en Oporto, continuaba con sus luchas en Twitter. Esta vez fue con Kaká. ¡Hasta Kaká troleando al de Móstoles!: “¡Antes tienes que aprender portugués!”, le espetaba el brasileño. ¡Sólo le faltó mandarle a leer libros! Pero al lío, que me distraigo. “La figura del portero es decisiva”, aseguraba Emilio Butragueño. Espero que aquel sainete del fax llegando tarde como Perico Delgado a la contrarreloj de Luxemburgo quede en el olvido y Florentino haya comprendido que habemus portero.

Lo siento por Edurne. Esa camiseta verde Keyloriana ya luce bajo los palos como si la de un ganador de la prestigiosa chaqueta del torneo de golf de Augusta fuera. La mística del verde. Yo, incluso, ni siquiera le haría devolverla al año (como exigen los de Augusta) y le dejaría hacer un Gary Player al que aún están esperando con el ‘blazer’. Keylor Navas ya domina la grandeza de parar los relojes o los pulsos, como la copla de Concha Piquer, en uno de sus vuelos. Y derrumbando, afortunadamente, la máxima de Flaubert creyendo (ay, ingenuo) que lo peor del presente es el futuro. 

 

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