«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Periodista, escritor e historiador. Director y presentador de 'El Gato al Agua' de El Toro TV.
Periodista, escritor e historiador. Director y presentador de 'El Gato al Agua' de El Toro TV.

La antiespaña es una organización criminal

1 de julio de 2025

Lo más grave que ha hecho este Gobierno no es fundirse los fondos públicos en prostitutas; lo más grave ha sido convertir a los herederos de ETA en socios determinantes de su mayoría parlamentaria. Lo más grave que ha hecho este Gobierno no es cobrar «mordidas» por adjudicaciones de obra pública; lo más grave ha sido amnistiar a los autores del golpe separatista de 2017 dejando a los tribunales a los pies de los caballos. Lo más grave que ha hecho este Gobierno no es ponerle una cátedra a la esposa del presidente y un puesto de trabajo ficticio al hermano del mismo; lo más grave ha sido vender la política exterior a los intereses marroquíes. Lo más grave que ha hecho este Gobierno no es dejar un oscuro agujero de corrupción en la compra masiva de mascarillas; lo más grave ha sido destrozar la Constitución con un tribunal dispuesto a todo género de demoliciones. Lo más grave que ha hecho este Gobierno, en fin, no ha sido la corrupción económica, sino el daño causado a la nación española en beneficio de sus enemigos declarados, tanto interiores como exteriores; la antiespaña, en fin. Pero ahora descubrimos que todo, las prostitutas y los etarras, las mordidas y los separatistas catalanes, las begoñidades y lo de Marruecos, las mascarillas y la demolición constitucional, todo, digo, forma parte del mismo movimiento. Ahora descubrimos que la antiespaña era y es una organización criminal.

Lo primero que hizo Sánchez cuando metieron en la cárcel a su secretario de organización, Santos Cerdán, fue enviar a Zapatero para calmar al golpista Puigdemont. ¿Por qué Zapatero? Aquí es donde todo empieza a encajar. Ya resultaba bastante extraño que el elegido para negociar con los golpistas fuera un tipo visiblemente tosco como Santos Cerdán; ahora sabemos que detrás de él había una mano todavía más siniestra: la del ex presidente. El círculo se va cerrando. Santos Cerdán, el que se retrató con Puigdemont bajo la fotografía mural de una urna del 1-O, fue el mismo que amañó el pacto con los herederos de ETA, Bildu, para ganar en Navarra un poder que no habían alcanzado en las urnas. El mismo, también, que según propia confesión ganó el apoyo del nacionalismo vasco para Sánchez por mediación de un empresario abundantemente beneficiado con contratas públicas. El Tribunal Supremo considera que la pieza clave de esa trama de corrupción que está sepultando en estiércol nuestro país es precisamente Santos Cerdán. Así hemos pasado de las jugadas de Aldama con los hidrocarburos y el saqueo desorejado de las mascarillas (y lo que aún haya de venir) a otra cosa mucho más amplia y peor: una red que ha estado desvalijando el país al mismo tiempo que lo desmontaba política, moral e institucionalmente. Es imposible no pensar que el beneficio de separatistas y post-terroristas no se habrá limitado al campo de lo político. Esto, en todo caso, ya lo dirán los jueces. Lo que de momento resulta manifiesto es esto otro: la existencia de una red criminal simultáneamente política y económica en torno al gobierno socialista y sus socios de legislatura.

Quedan muchas cosas por saber. Una red de semejante alcance no se monta sin complicidades muy relevantes. Hay que mover muchas voluntades para instituir un mecanismo de mordidas sobre contrataciones públicas, para dotarse de un sistema seguro de evacuación de dinero, para ganarse simultáneamente los silencios de unos (ciertos funcionarios, por ejemplo) y el aplauso propagandístico de otros (esos periodistas de pesebre, en efecto)… Hay otras piezas en el rompecabezas que hasta hace poco parecía que estaban allí por casualidad y que ahora, por el contrario, empiezan a reclamar su sitio en el tablero: movimientos en la policía que han terminado favoreciendo al narcotráfico, reparto de altos cargos en empresas públicas y «concertadas», ocupación de posiciones clave en grandes firmas del Ibex, extraños «ajustes» en el voto por correo, conexiones abisales con las cloacas del Estado, la continua apertura hacia Venezuela y la República Dominicana… Es posible que algunas de estas cosas se terminen sabiendo; también es posible que no las conozcamos jamás.

En cualquier caso, lo que tenemos delante basta y sobra para incendiar los ánimos: el famoso «muro» del que habló Sánchez en su investidura (el «muro de Pedrín») ha resultado ser una coalición de todos los enemigos de España entregada a la tarea de desconstruir la nación al mismo tiempo que se llena los bolsillos con los recursos públicos. Una organización criminal en lo económico y traidora en lo político. Y con tantos resortes de poder a su disposición, que se extiende por todas partes. Va a costar mucho limpiar el patio.

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