«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Venezolana. Periodista de profesión, comunicadora de oficio y activista de las mejores causas por vocación. Fue columnista, conductora de programas de radio televisión en su país de origen. Actualmente se ha consolidado como una 'youtuber' de gran alcance en “El canal de Nitu” y “Plomovisión 24: horas de opinión”. Es consultora internacional de comunicación organizacional. Combatiente por la libertad e inclemente investigadora en busca de la verdad.
Venezolana. Periodista de profesión, comunicadora de oficio y activista de las mejores causas por vocación. Fue columnista, conductora de programas de radio televisión en su país de origen. Actualmente se ha consolidado como una 'youtuber' de gran alcance en “El canal de Nitu” y “Plomovisión 24: horas de opinión”. Es consultora internacional de comunicación organizacional. Combatiente por la libertad e inclemente investigadora en busca de la verdad.

La debacle del orden mundial

23 de marzo de 2022

Por primera vez en la historia, gracias a las redes sociales, la humanidad entera ha podido ver en vivo y en directo cada detalle de la invasión de Rusia contra Ucrania. Millones de personas alrededor del mundo han observado por sus teléfonos celulares cómo los cohetes rusos impactan, no sobre objetivos militares -como afirma Rusia-, sino sobre construcciones civiles, edificios de viviendas, hospitales, maternidades e incluso plantas nucleares; así como el desplazamiento de varios millones de refugiados ucranianos.

Pero también hemos podido ver el otro lado de la moneda: la falta de reacción de las democracias occidentales ante el holocausto ucraniano. Los líderes de Europa y Estados Unidos han dado declaraciones altisonantes en contra de Rusia, han enviado armamento a los ucranianos para que se defiendan, pero -aparte de eso- han dejado sola Ucrania.

¿Para qué sirve una OTAN incapaz de evitar que una nación engulla a otra y masacre a miles de civiles inocentes?

Las tres solicitudes más urgentes del presidente Volodímir Zelesnki, referentes a incorporar a Ucrania a la OTAN, enviar aviones de combate y decretar zona de exclusión sobre el espacio aéreo ucraniano han sido desoídas por Europa y Estados Unidos argumentando el temor de que se desate un conflicto nuclear.

Salvando las diferencias, el caso de Venezuela no es muy distinto. Los líderes de Europa y Estados Unidos han visto cómo se ha establecido una narco-tiranía capaz de perpetrar delitos graves de lesa humanidad, así como de provocar la tragedia humanitaria más grande de la historia en nuestro continente. Sin embargo, al igual que con Ucrania, se limitan a condenar verbalmente y a emitir sanciones. En el caso particular de Venezuela, ni siquiera pueden argumentar que Maduro vaya a provocar una guerra nuclear.

Lo mismo podría decirse de Nicaragua, donde Daniel Ortega ha encarcelado vilmente a sus adversarios para poder participar –y «ganar»– en una contienda electoral sin participación de candidatos opositores. Una vez más, la reacción de Occidente se ha limitado a condenas verbales y a sanciones económicas o políticas.

¿De qué sirve un Consejo de Derechos Humanos de la ONU que tiene entre sus miembros a los regímenes de Cuba y Venezuela, grandes violadores de estos derechos?

Se trata de casos disímiles, pero que hacen cuestionar la validez y la utilidad del actual orden mundial. ¿Para qué sirve una OTAN incapaz de evitar que una nación engulla a otra y masacre a miles de civiles inocentes? ¿De qué sirve un Consejo de Derechos Humanos de la ONU que tiene entre sus miembros a los regímenes de Cuba y Venezuela, grandes violadores de estos derechos? ¿Cuál es la utilidad de un Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca que no se activa pese a que Venezuela se ha convertido en una plataforma al servicio de grupos narcoterroristas y de potencias extracontinentales?

Todo indica pues, que el orden mundial surgido luego de la Segunda Guerra Mundial debe revisarse. Deben establecerse otros mecanismos que funcionen eficientemente frente a las amenazas modernas. De lo contrario dictadores como Putin, Díaz Canel, Ortega y Maduro podrán seguir haciendo lo que les plazc, sin que haya una reacción contundente por parte de la Civilización Occidental.

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