Sí, la democracia en España está en enferma desde hace mucho tiempo por más que votemos puntualmente y los políticos repitan el término hasta la náusea. Se puede decir que entre todos la mataron y ella sola se murió.
Si empezamos por los resultados que el sistema autonómico ha producido en España, es evidente que mucho no ha favorecido a los españoles en términos de igualdad, libertad y seguridad jurídica. Es difícil compatibilizar la democracia con un modelo que consagra los privilegios de unos ciudadanos de determinadas ‘comunidades históricas’ sobre otras que, parece ser, nacieron antes de ayer. No lo llamaremos desigualdad o baja calidad democrática, lo denominaremos federalismo asimétrico, que queda mucho mejor.
Hemos aceptado como normal la corrupción ideológica de los partidos nacionalistas que pretenden romper de forma unilateral España como si ellos fueran propietarios de un pedazo del territorio nacional
Las redes clientelares que las autonomías han propiciado en todas partes han supuesto una perversión en el voto que, en puridad, debiera producir más escándalo en el personal que la corrupción de aquel que mete la mano en la caja. Por desgracia, no parece que estemos muy sensibilizados sobre otros tipos de corrupción que no sean las dinerarias.
Hemos aceptado como normal la corrupción ideológica de los partidos nacionalistas que pretenden romper de forma unilateral España como si ellos fueran propietarios de un pedazo del territorio nacional. Se les ha dado lugar en el Congreso de todos los españoles para que puedan explayarse en su objetivo. Pero no sólo tienen asientos en el Parlamento: los financiamos, dejamos que nos chantajeen, que nos insulten y que nos impongan sus reglas. Esto no es sólo achacable al peor presidente de la historia reciente de España que los ha hecho socios preferentes. Sería un error olvidar que el bipartidismo, tan añorado por muchos, prefirió siempre valerse de las muletas separatistas a base de prebendas a esas regiones, antes que entenderse con el contrario para evitar el chantaje y el desgarramiento de la nación.
Poner alfombra roja a los filoterroristas (…) no es ni mucho ni poco democrático. Es un asco. Una vergüenza nacional que se ha normalizado
Tampoco es muy democrático, por aquello de que la democracia se basa en el imperio de la ley y el Estado de Derecho, indultar a aquellos que dieron un golpe de Estado y premiarlos con una mesa de diálogo donde repartirse los despojos que han quedado. Mucho menos poner alfombra roja a los filoterroristas y blanquear no sólo casi mil asesinatos, sino la limpieza ideológica que se llevó a cabo en las Vascongadas con los disidentes del nacionalismo. A eso ahora lo llaman paz. Eso no es ni mucho ni poco democrático. Es un asco. Una vergüenza nacional que se ha normalizado. La indignidad nos ha sobrepasado. Tenemos a la peor gentuza dando supuestas lecciones de ética desde la tribuna del Congreso. Pero esto a la izquierda no le escandaliza.
Por otro lado, el hecho de que el Gobierno de España riegue con millones de euros a los grandes medios de comunicación quizá, sólo quizá, condicione a estos medios en su libertad de expresión. El que paga, compra. Cuando menos, es poco estético, pero nada más. Naderías.
Si continuamos con la libertad de expresión y de pensamiento, la Ley de Memoria Democrática establece qué se puede pensar, qué se puede estudiar, qué se puede publicar y qué se puede decir. Curiosa democracia nos está quedando.
No debemos olvidar (…) que nuestros derechos fundamentales han sido conculcados de forma flagrante en dos ocasiones con dos Estados de Alarma declarados inconstitucionales (…) sin que haya sucedido absolutamente nada
Otro pilar del Estado de Derecho como es la presunción de inocencia se derribó de un plumazo con el Pacto de Estado Contra la Violencia de Género del que participan todos los partidos, excepto Vox. Pecata minuta.
No debemos olvidar, en este breve repaso de nuestra calidad democrática, que nuestros derechos fundamentales han sido conculcados de forma flagrante en dos ocasiones con dos Estados de Alarma declarados inconstitucionales por el Tribunal Constitucional sin que haya sucedido absolutamente nada. En otro país, el Gobierno habría caído en pleno. Pero no se preocupen, que esto no volverá a ocurrir. Para eso el Partido Popular y el PSOE, con la anuencia de Unidas Podemos, se repartieron dicho tribunal. La brutal sinceridad de un diputado podemita no dejó lugar a la duda al asegurar desde la tribuna del Congreso que esto era necesario para que no volviera a prosperar ningún recurso de Vox.
En el pack del Tribunal Constitucional fue también el Tribunal de Cuentas. Tras ese intercambio de cromos, se consiguió que éste cambiara de criterio y aceptara los avales presentados por la Generalidad de Cataluña a través del Instituto Catalán de Finanzas para hacer frente a la fianza de 5,4 millones de euros impuesta a 28 promotores del procés por su promoción en el exterior. Caramba, qué cosas pasan.
Pero no se preocupen por nada de lo que en este texto se comenta, preocúpense muy fuerte por Castilla y León que ha vuelto al franquismo.