Necesitamos recuperar la figura del cuñado. Aquel hombre libre que, con brocha gorda y sin medir las palabras, repasa la actualidad ante la sobrina progre que lo mira escandalizada.
No estamos en una época sofisticada que requiera de grandes argucias intelectuales para participar en el debate. No hace falta lucirse delante de nadie, es suficiente con recordar las cosas más obvias y evidentes. Podría incluso quedar ridículo elevar demasiado el nivel frente a alguien que, por ejemplo, defiende que el sexo (ahora llamado género) se elige. A estas personas bastaría con pedirles que no dijeran tonterías y soltar algún chascarrillo.
El papel del cuñado es más importante de lo que creemos, porque además de hablar en un idioma que la gente entiende, también tiene una sobrina que, a diferencia de su hermana, no es una progre y vive acoquinada por la presión ambiental.
Y, claro, tener a un tío que sea un cuñado siempre es una ayuda para ver que no te pasan cosas tan graves por decir lo que es obvio. Y que además es una responsabilidad decirlo.
Imaginaos si a Emma Colao —Kevin para los amigos—, protagonista esta última semana, nadie le hubiera dicho que con esa calva y esa voz todo apunta a que tiene más huevos que el caballo de Espartero. Eso sólo ayudaría a Kevin a agudizar su desorden, con la complicidad de todo su entorno.
Gracias a los cuñados, Kevin tiene a alguien que le dice lo que por otro lado es insultantemente obvio y no necesita de grandes sofisticaciones. Entrar a discutir sobre su masculinidad es tan contraproducente como tomarse demasiado en serio al que asegura que tiene superpoderes y puede volar.
Tenemos otro ejemplo con lo de Dulceida, que no sé muy bien quién es y a qué se dedica pero es famosa, lesbiana y ahora será madre con su novia no sé si por gestación subrogada, por fecundación in vitro o alguna otra aberración que desconozco.
En la publicación de Instagram en la que anunciaba su maternidad, a una joven se le ocurrió preguntar: «¿Quién es el padre?». Y, claro, toda la furia digital cayó sobre ella. Pero lo que está claro, aunque sea de cuñado recordarlo, es que la novia de Dulceida es imposible que lo sea, pero sí podría serlo Kevin.
