«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Escritor, conferencista. Consultor político. Doctor en Derechos Humanos. Maestro en Filosofía, Cultura y Religión. Activista católico, provida y profamilia, y contra el socialismo, el comunismo y el progresismo. Presidente de “Nueva Derecha Hispanoamericana” y Fundador del Ejército Cristero Internacional. Speaker en CPAC 2022 y en el Congreso Iberosfera Monterrey. Ex Secretario de Comunicación del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional (PAN). Premio Nacional de Periodismo 2007, otorgado por la ONU en México. Analista Geopolítico. Su más recientes libros son: “La Contrarrevolución Cultural frente al marxismo posmoderno” (2022), y “La Nueva Derecha: el retorno de Dios a la cultura, ante el supremacismo progresista” (2023).
Escritor, conferencista. Consultor político. Doctor en Derechos Humanos. Maestro en Filosofía, Cultura y Religión. Activista católico, provida y profamilia, y contra el socialismo, el comunismo y el progresismo. Presidente de “Nueva Derecha Hispanoamericana” y Fundador del Ejército Cristero Internacional. Speaker en CPAC 2022 y en el Congreso Iberosfera Monterrey. Ex Secretario de Comunicación del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional (PAN). Premio Nacional de Periodismo 2007, otorgado por la ONU en México. Analista Geopolítico. Su más recientes libros son: “La Contrarrevolución Cultural frente al marxismo posmoderno” (2022), y “La Nueva Derecha: el retorno de Dios a la cultura, ante el supremacismo progresista” (2023).

La Nueva Derecha: religiosidad como eje continental

7 de septiembre de 2023

La auténtica Nueva Derecha es en el fondo un proyecto para la defensa de Occidente. Es un esfuerzo patriota, pero internacional, para la restauración de los valores fundacionales de la Cristiandad.

Cuando pensamos en este movimiento que se extiende por América y Europa, hay que saber que no está definido sólo por el perfil de algunas de sus cabezas, así sean, claro, muy importantes. Como Donald Trump.

Cuando pensemos en la Nueva Derecha más bien habría que enfocarnos en los 75 millones de ciudadanos que votaron por Donald en 2020, sea que haya ganado en las urnas realmente o no.

Una inmensa mayoría de estos millones de norteamericanos, hay que acentuar, son de fe cristiana, ya sean católicos o protestantes, y de hecho, el eje fundamental de este movimiento es el apego a la religión en la vida cotidiana y los valores que de ella se desprenden.

Dicho de otra manera: no hay separación entre la agenda religiosa y la agenda política. Van de la mano, integrándose sanamente. Esto es clave para jubilar la infame Modernidad, que quiso eliminar a Dios de la vida pública y privada, y reemplazarlo por «la razón», pero con la revolución industrial esto derivó en una racionalidad instrumental, es decir, en colocar al dinero en el lugar de Dios.

Un rally de Trump va muy comúnmente acompañado de oraciones, rezos y todo tipo de manifestaciones cristianas, por parte de los asistentes. Y no se queda atrás el propio neoyorkino que va adelante por 30 puntos de su más cercano competidor dentro del Partido Republicano: hace referencias a Dios, no niega ni oculta su religiosidad y defiende sus creencias, que comparte con todo su público.

En el resto del continente ocurre un poco más o menos lo mismo que con MAGA en Estados Unidos, con diversos otros líderes de derecha y sus seguidores, entre los que resalta el caso del mexicano Eduardo Verástegui, aspirante católico a la presidencia que reza casi todos los días públicamente el rosario, y cuyo discurso pone a Dios al centro de la vida, y sus propuestas están claramente orientadas por un espíritu cristiano de misericordia y bien común.

En Brasil, país con 200 millones de habitantes, Jair Bolsonaro es de cuna católica, pero también se bautizó con los evangélicos, siguiendo la fe de Michelle, su esposa actual.

José Antonio Kast, ex candidato a la presidencia de Chile, que obtuvo 3 millones 650 mil votos, también católico, conservador, es otro ejemplo del lugar predominante que ocupa la religión en la representatividad pública y en el inspirar las decisiones políticas.

Una peculiar excepción en Hispanoamérica es el caso de Javier Milei, que más bien entra en la categoría de ser una «rara avis» de la vieja derecha, cuya vida personal, ideas políticas, y propuestas de gobierno, no se basan para nada en el cristianismo, sino en el culto a la escuela de Austria y el libertarismo.

Cabe recordar que el Partido Libertario de Estados Unidos, obtuvo con Jo Jorgensen como candidata presidencial en 2020 sólo un millón 800 mil votos, que representaron un ridículo 1.18% del total.

Entre sus propuestas estaban las clásicas de los libertarios: libre mercado a rajatabla, un sistema de salud y de educación privado, y a favor del aborto, del “matrimonio gay”, y de la adopción homosexual.

Sólo que una elección presidencial en Chile se gana con poco más de 4 millones y medio de votos; en Argentina se gana con alrededor de 12 millones; una en México con cerca de 30 millones; la de Brasil con unos 57 millones de votos, pero la de Estados Unidos, con aproximadamente 80 millones.

Por todo esto junto, cuando queremos encontrar la esencia de la auténtica Nueva Derecha, tenemos que voltear a ver más bien al norte del continente americano, al ciudadano de a pie militante de MAGA en Estados Unidos, y al movimiento conservador y neo-cristero de México, que son los que encabezan a esa expresión política, que también es religiosa y cultural, donde realmente no caben los liberales -la vieja derecha-, ni los libertarios. Y en el sur, la referencia es por supuesto Brasil, con su voto duro de nueva derecha, totalmente identificado con el cristianismo, sea católico o evangélico. La Nueva derecha es el retorno de Dios a la cultura.

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