No mataré ya más, porque los hombres sólo
son números y letras de mi agenda
e intervalos sin habla, descarga de los ojos
de vez en vez, cuando el sepulcro se abre
perdonando otra vez el pecado de la vida.
No mataré ya más las borrosas figuras
que esclavas de lo absurdo avanzan por la calle
agarradas al tiempo como a oscura certeza
sin salida o respuesta, como para la risa
tan sólo de los dioses, o la lágrima seca
de un sentido que no hay, y de unos ojos muertos
que el desierto atraviesan sin demandar ya nada
sin pedir ya más muertos ni más cruces al cielo
que aquello, oh Dios lo sabe, aquella sangre era
para jugar tan sólo.
Estos versos dieron forma al poema de Leopoldo María Panero, «Un asesino en las calles», inquilino, en su día, del manicomio de Mondragón, y fueron escritos mientras ETA asesinaba a españoles en las calles. Sobre la sangre derramada por la banda terrorista han corrido regueros de tinta dedicados a execrar su impulso homicida, caracterizado como «sinrazón». Muchos de ellos han estado teñidos de un eticismo que enturbia más que aclara lo que llevó a un conjunto de vascos y maketos fanatizados a confeccionar bombas-lapa y a manejar los tristemente famosos 9 mm Parabellum. Chivatos, periodistas, apologetas y hombres de turbios negocios también formaron parte de la organización del hacha y la serpiente.
Cabe dudar muy seriamente acerca de una de las afirmaciones –«ETA ha sido derrotada»- que con machacona insistencia repite el partido del que forma parte Pedro Sánchez Pérez-Castejón
Que ETA dejó un rastro de crímenes, algunos de ellos todavía no esclarecidos, es algo fuera de toda duda. Que ya no los comete, también. La nueva normalidad ha hecho desaparecer a la banda de los informativos. Sin embargo, cabe dudar muy seriamente acerca de una de las afirmaciones –«ETA ha sido derrotada»- que con machacona insistencia repite el partido del que forma parte Pedro Sánchez Pérez-Castejón, presidente del Gobierno que dio el pésame a los bildutarras por el suicidio del etarra Igor González Sola. Si no hay conexión entre el criminal y el partido de Mercedes Aizpurúa: ¿por qué esos cabizbajos lamentos del doctor?
Como demostró el ejemplo catalán, la vía del fundamentalismo democrático y del chantaje permanente al PP y al PSOE (…) era más práctica y cómoda que andar de un lado para otro trasladando Goma-2
Es evidente que ya no hay asesinos (etarras) en las calles, pero ello no se debe a la desaparición de un conjunto de psicópatas que gozaban con descerrajar tiros en las nucas de sus compatriotas. En ETA se integró mucha chusma, gentes que desmienten ese mito, según el cual, la banda era una suerte de colectivo de sólida formación política e incluso jurídica, pero conviene no perder de vista que la banda era tan sólo una de las herramientas con las que el colectivo de facciosos que pretendían conseguir la secesión de las provincias Vascongadas, operó. Una herramienta que, en un momento dado, dejó de ser útil pues, como demostró el ejemplo catalán, la vía del fundamentalismo democrático y del chantaje permanente al PP y al PSOE, dispuestos a cualquier concesión a cambio de un ratito de gloria en Moncloa, era más práctica y cómoda que andar de un lado para otro trasladando Goma-2.
La realidad es desoladora (…). Sin asesinos en las calles que, en absoluto, hacían brotar la sangre «para jugar tan sólo», pero con exetarras convertidos en cargos electos
Hace más de una década que la banda anunció el cese definitivo de su violencia, pero es obligado reflexionar acerca de la evolución que el movimiento político al que servía, ha experimentado. La realidad es desoladora para todo aquel que conozca la diferencia entre el plano ético y el político. Sin asesinos en las calles que, en absoluto, hacían brotar la sangre «para jugar tan sólo», pero con exetarras convertidos en cargos electos movidos por una muy identificable razón, EHBildu, de la mano del PSOE, avanza en el logro de sus objetivos. Los mismos que en su día activaron a la serpiente.