Han saltado a los medios las fotos que Camilo Blanes, el hijo de Camilo Sesto, colgó en las redes sociales. Casi debería añadirse aquí un «presuntas fotos» porque para saber que se trata de él hemos de fiarnos de lo que dicen los medios: «Alarmantes imágenes de Camilín», uno de esos hombres que cargan toda la vida, como una losa, con el diminutivo, razón por la cual es tan admirable Kiko Rivera, que consiguió dejar de ser Paquirrín aunque fuera a cambio de llamarse Kiko DJ.
Las imágenes de Camilo Junior (preferible esta forma) son «alarmantes», dicen las revistas, porque en su casa se ve «suciedad». Si así fuera, el hijo de Sesto sería un empedernido soltero más haciéndose unos selfies en su piso.
Se insiste en el desorden, y se desliza algo sobre el estado de sus dientes, pero se pasa por encima un pequeño detalle: Camilo va vestido de mujer, con pelucas, prendas y poses femeninas. Choca un poco, pero ¿cómo podría ser eso «alarmante» o «preocupante»? Jamás. Así que se comenta el estado de su casa. Por fin conocemos su interior y es… preocupante, una palabra que siempre acompañó a Camilín de un modo vago, eufemístico. Ahora se va más allá omitiendo el elefante en la habitación: Camilín sale disfrazado de mujer, cosa que no sería preocupante sino actualísima. En su perfil además se hace llamar Shelaw, que es como llamarse LoreLEY, todo un homenaje al legislador.
La heterosexualidad clásica se ha visto enriquecida recientemente con la autoginefilia, tendencia masculina observada por algunos psicólogos y que consiste en la fantasía sexual de imaginarse mujer. La autoginefilia explicaría una parte (quizá pequeña) del travestismo y del fenómeno trans. Además del hombre que obtiene placer sexual como mujer, en los últimos tiempos nos familiarizamos con el hombre que se identifica como lesbiana, es decir, el hombre que se hace mujer (porque se siente mujer) y, ya mujer y en libérrimo tirabuzón, se declara lesbiana. Esto fuerza los límites de la comprensión de muchos, pero se ha ido normalizando como algo posible y legislable.
La crisis política occidental parece ir acompañada de una crisis de la masculinidad. El hombre pierde su función, su sentido. Se frustra o invierte. Por un lado, surgen los incels, quienes no pueden acceder al mercado sexual y quedan célibes a su pesar; por otro, la autoginefilia y el exhombre lesbiana (o lesbiano, tomándonos muchas libertades), formas femeninas o feminizadas en las que no hay homosexualidad necesariamente. El autoginefílico o el lesbiano pueden gustar de hembra, pero femeninamente.
Las imágenes de Camilín, al que deseamos salud, intimidad y felicidad en la forma que elija tenerla, muestran una afición en auge: la feminización del hombre. En este sentido, son muy ‘woke’, son un triunfo woke, una forma de identidad celebrada y muy actual. Aunque entendemos que a algunos les parezca «preocupante» el estado de su casa.