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Por 265 votos a favor, 39 en contra y 13 abstenciones, el Congreso de los Diputados aprobó anteayer una moción, consecuencia de una interpelación urgente de Unión, Progreso y Democracia (UPyD), contra āla falacia del derecho a decidirā patrocinada tercamente por los partidos separatistas catalanes: āBajo ningĆŗn concepto una parte de la ciudadanĆa puede decidir sobre la organización territorial del Estadoā, reza su frase central. El episodio tuvo tres singularidades: la primera es que PSOE y PP votaron juntos, hecho infrecuente en los Ćŗltimos tiempos; la segunda, que se sumaron a la iniciativa de UPyD, partido al que ambos tratan de ningunear de forma sistemĆ”tica, pues se alimenta de los votos logrados entre ex votantes socialistas y populares; la tercera es que, por segunda vez, el voto socialista se escindió, pues los diputados catalanes del PSC rompieron la disciplina y se abstuvieron.
El voto afirmativo, es decir, que descalifica el llamado derecho a decidir, ha sido abrumadoramente mayoritario, lo que nos lleva a una primera consideración sobre la importancia de que las dos fuerzas mĆ”s votadas abandonen sus tics partidistas cuando se trate de cuestiones nacionales. La reciente historia socialista no se ha caracterizado precisamente por observar este criterio, especialmente en la infausta Ć©poca de RodrĆguez Zapatero, pródiga en ocurrencias disparatadas, rencores revanchistas de la guerra civil y rendición ante los terroristas etarras. Bienvenida sea, pues, esta rectificación de su comportamiento, con el deseo de que no sea un mero espejismo derivado de que, de hecho, el interĆ©s general ante esta moción felizmente coincidió con los intereses particulares de los dos grandes partidos, que no quisieron que sólo UPyD se colgase ante el electorado la medalla de la defensa de la integridad territorial de la patria comĆŗn.
La actitud dĆscola de los socialistas catalanes ha puesto una vez mĆ”s de manifiesto que el PSOE tiene un grave problema en CataluƱa. Legalmente el PSC es un partido distinto del PSOE, pero en tĆ©rminos polĆticos es el PSOE en CataluƱa. Si se consumase la ruptura, el PSOE sencillamente desaparecerĆa de esta Comunidad autónoma. La responsabilidad de esta situación es, sobre todo, del PSC, que se ha equivocado mucho desde hace aƱos, desde la formación de los dos calamitosos tripartitos con separatistas y comunistas hasta su severo complejo que le hace ir a remolque de los nacionalistas. PodrĆa pensarse que Ć©ste es un problema entre socialistas, pero el asunto es mĆ”s serio que eso, porque las consecuencias de esta fractura, si se acabase produciendo, afectarĆan al conjunto de EspaƱa al romper los equilibrios que prevĆ© nuestro sistema parlamentario.
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