«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La libertad de prensa

18 de abril de 2016

Hemos observado que la historia tiene siempre dos compañeros de viaje, los dictadores y el control de la prensa. No se entiende una dictadura con libertad de prensa, igual que no se entiende una democracia con la censura.

La censura ha existido desde la antigua Grecia hasta la actual Venezuela, unas veces se manifiesta con declaraciones expresas de los dictadores, amenazando a cualquiera que no obedezca, como hacía Napoleón, que entendía la prensa como un arma de propaganda, nunca de información, por eso en 1800, siendo Primer Cónsul de la República, había dictado una ordenanza en la que se avisaba que serían suspendidos “… todos los periódicos que inserten artículos contrarios al respeto debido al pacto social, a la soberanía del pueblo y a la gloria de los Ejércitos, o que publiquen invectivas contra los Gobiernos y las Naciones amigas o aliadas de la República”.

El mismo Napoleón le decía a Fouchéhaced comprender a los redactores del Journal des Debats y del Publiciste que no está lejos el día en que, dándome cuenta de que no son útiles, los suprimiré con todos los demás, para no conservar más que uno solo”. Es decir, que el periodista solamente le es útil al dictador cuando publica exactamente lo que se le manda.

Pero hay más formas de censura, la que nos hacemos nosotros mismos o la que se realiza por medio de la justificación. Y es esta última muy peligrosa, porque cuando algo tiene justificación, podemos decir que es bueno, que tiene sentido y que evidentemente, es positivo. Pero no es así, la censura es censura, siempre, se haga desde el ombligo, desde el sillón de mando o desde un teléfono móvil. La censura puede ser entendible, si, pero no deja de ser censura.

Cuidémonos de caer en la censura, tengamos cuidado en no aceptarla y tratemos de sortearla, en la medida de lo posible, porque de lo contrario estaremos engordando al dictador, estaremos sirviendo a sus planes de control y el día que ya no sirvamos, el día que ya no publiquemos al dictado sus intereses…ese día nos eliminará.

Termino este breve pensamiento con un extracto de los Anales de Tácito, escrito en el año 115 y que dice:

Mayor razón para reírme de la necedad de quienes creen que con el poder del presente se puede extinguir también la memoria de la posteridad. Y es que, al contrario, la autoridad de los talentos perseguidos crece, y ni los reyes extranjeros ni los que procedieron con la misma saña lograron otra cosa que el deshonor para sí y la gloria para ellos.”

 

 

 

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