«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.
Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.

Lo que deberían aprender nuestros hijos

27 de abril de 2022

El viejo refrán “La letra, con sangre entra” es una inhumanidad, amén de incorrecto. El aprendizaje debe surgir de la necesidad personal, de la curiosidad, del esfuerzo, del respeto por parte del educando hacia el educador y de la capacidad profesional de éste. No son las escuelas centros en los que moldear sentimientos, sino lugares en los que se deberían facilitar hechos, datos, cifras, métodos y el contenido necesario para que cada uno pudiera hacerse su propia composición de lugar. Se ha dicho en innumerables ocasiones que los valores son cosa del ámbito familiar y no de las instituciones pedagógicas. Defiendo, pues, una escuela imparcial, libre, donde se enseñe a pensar por cuenta propia y, por tanto, exenta de dogmas y consignas.

Defiendo una escuela imparcial, libre, donde se enseñe a pensar por cuenta propia y, por tanto, exenta de dogmas y consignas

No es baladí el asunto de la educación, por eso es el primer objetivo de todo totalitarismo. Véase el caso de Cataluña, como muestra de botón. El comunismo woke, que se sabe perfectamente la canción, no ha dejado de martillear con su parafernalia ideológica sobre esto. Ahí tenemos a la ministra Irene Montero que quiere instruir a los niños de Primaria – que son niños, por Dios – en “relaciones sexuales, erotismo, placer y genitales”. Es decir, nada de historia explicada como se debe, a saber, de manera imparcial y objetiva, nada de matemáticas si no son con perspectiva de género, sea lo que sea esa idiotez, nada de ortografía, nada de números romanos, nada de aprobados y suspensos, nada de esfuerzo, meritocracia e igualdad real, puesto que la ministra defiende, son sus propias palabras, que la auténtica igualdad es enseñar que los hombres somos, por definición, acosadores. Terrible.

Han ido laminando la educación para poder mejor adoctrinar a nuestra infancia y a nuestra juventud. Buscan una masa acéfala, pendiente de la consigna de última hora y sostenida por una paguita

Cuando hace años se suprimió el latín y el griego como materias obligatorias me temí lo peor. Han ido laminando la educación, porque la polémica no es cosa ni de hoy ni de ayer, para poder mejor adoctrinar a nuestra infancia y a nuestra juventud. Buscan una masa acéfala, pendiente de la consigna de última hora y sostenida por una paguita que les permitirá seguir ciegamente el líder. Es su propósito. Y no es que servidor esté en contra de la educación sexual. Eso se debería dar en biología, como se hacía antes, con la mayor de las normalidades. Otra cosa es lo que proponen estas gentes. Quieren fomentar desde la infancia el gusto hedonista y el egocentrismo en lo sexual para poder acomodar mejor después sus aberrantes tesis sobre todo lo que rodea a su imaginario acerca de las múltiples identidades sexuales. Negadores de la libertad, también quieren cercenar el proceso personal de aprendizaje y descubrimiento que supone para cualquier persona la propia sexualidad. Entienden que en un terreno tan íntimo lo mejor es que sean ellos quienes dirijan, como en todo lo demás, a la persona, arrebatándole su propia individualidad, lo que es lo mismo que decir su propia singularidad como ser humano. Los quieren metidos en el corral de los borregos, repitiendo mantras y sin la menor singularidad, no sea caso que algún día les diese por discurrir por ellos mismos. Pertenecen a ese grupo que cree firmemente que ninguna mujer tuvo un orgasmo antes de que ellas salieran con sus patochadas, que el sexo es de su propiedad y que todo está por reinventar.

Sus vidas deben ser, como mínimo, muy tristes.

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